«Peligro, antivacunas sueltos»

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

Chema Moya | Efe

29 nov 2021 . Actualizado a las 09:43 h.

«Mamá, ¿por qué cada vez viene menos gente a las reuniones antivacunas?». «Porque están muertos o en el hospital», contesta la madre. «Entonces, ¿las vacunas funcionan?», pregunta el hijo. «Anda niño, bébete el cloro y vete a jugar».

La cuestión tendría su gracia si la decisión de vacunarse, o no hacerlo, no tuviera implicaciones para el resto de la sociedad, pero las tiene. Soy partidario de la vacunación obligatoria o la limitación de determinados derechos de los no vacunados (movilidad, acceso a áreas, etcétera). Invocar en este caso la «libertad individual», tan de moda, es una solemne tontería.

Para empezar, parece que en España el problema está relativamente controlado, pero me sorprende que muchos países de la UE tengan tasas de vacunación inferiores al 70 % o que muchos estados norteamericanos, como Georgia o Tennessee, tengan niveles inferiores al 50 %, en ambos casos con vacunas disponibles. Es obvio que la explicación es distinta en cada caso, va desde la incultura al negacionismo más consciente, pero el resultado es el mismo: la imposibilidad de alcanzar algo parecido a la inmunidad de grupo, condenando al resto de la población a convivir con los efectos del virus. Pero hay cosas que me sorprenden sobremanera.

Han aparecido las primeras restricciones para acceder a fiestas y locales nocturnos y muchas personas han decidido vacunarse. Dicho de otro modo: soy antivacunas, pero me gusta la farra. También hay quien se ha vacunado estos días en un centro comercial; al ser preguntado por la razón, contestó: «No se me había ocurrido, pero ya que estoy aquí». En fin, algo así como: «No me puse la quimio, pero vengo a por un codillo y ya que me la pone Mercadona…».

Dejando al margen a los charlatanes, creo que ante argumentos como los anteriores solo cabe la obligatoriedad de la vacuna o el confinamiento de quienes se niegan a recibirla. No puede haber sanitarios, profesores, etcétera, sin vacunar y existen mecanismos jurídicos que lo permiten. Piensen, por ejemplo, en el aislamiento ya existente de pacientes con enfermedades infecciosas altamente contagiosas.

Un artículo publicado en el 2019 identifica los diez problemas más importantes para la salud global. Junto a las enfermedades emergentes o la debilidad de los sistemas de salud de algunos países, cita las resistencias a fármacos como los antibióticos o a los antivacunas. ¿Les parece normal que unos pocos indocumentados generen un problema global?

Frente a la evidencia científica tenemos a un pseudomédico catalán, a Miguel Bosé en chándal, a un locutor de OK Radio y a Victoria Abril. Yo que ustedes, me vacunaría.