¿Podemos confiar en Pedro Sánchez?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Eduardo Parra | Europa Press

31 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Predecir lo que planea Pedro Sánchez es un ejercicio que supera ya con mucho la tarea del análisis para adentrarse en la de la adivinación, porque el presidente del Gobierno es alguien capaz de cambiar de posición, de estrategia y hasta de palabra varias veces al día. Más que un dirigente, es un camaleón que va adaptando su color y su gestión política no en función de lo que más conviene al país, que sería lo asumible, sino de sus propios intereses. El pasado mes de abril, violando presuntamente alguna ley, Sánchez permitió la entrada en España con identidad falsa del líder del Frente Polisario, Brahim Gali. ¿Quién podía imaginar entonces que menos de un año después Sánchez abandonaría a su suerte al pueblo saharaui, al que tantas veces presumió de amparar el PSOE? ¿Quién podía pensar que, tras retar al rey Mohamed VI presentándose en Ceuta y Melilla tras la invasión de inmigrantes alentada por Rabat, nuestro presidente suscribiría sin consultar con nadie una carta al monarca alauí en unos sonrojantes términos laudatorios para dar pleno apoyo a su propuesta de autonomía del Sáhara?

Pero, siendo quizá este el más impactante, hay otros cambios de criterio muy difíciles de justificar. Después de comprometerse nada menos que en una conferencia de presidentes a bajar los impuestos en plena crisis por una inflación que roza ya los terroríficos dos dígitos, agravada por la guerra de Ucrania, luego se desdice y se niega a bajar la presión fiscal con el argumento de que ya lo había hecho antes de asumir ese compromiso.

Después de semanas tratando a sus socios de coalición y de investidura como menores de edad con los que no se podía contar para nada y tomando decisiones importantísimas como enviar armas a Ucrania sin siquiera consultarles, en el momento decisivo de aprobar un plan de choque económico se refugia de nuevo en sus socios para aplicar unas medidas que quedan muy condicionadas en algunos casos por el sello de Podemos, y desprecia un pacto de Estado con la oposición.

Y, después de pactar con la CEOE una reforma laboral que soliviantó a toda la izquierda e incluso a Unidas Podemos, impidiendo que se cambiara una sola coma y defendiendo a capa y espada a los empresarios, hoy Sánchez prohíbe los despidos en las empresas afectadas por la crisis, provocando la ira de la CEOE, que lo considera un cambio en las reglas de la reforma pactada. El presidente no mantiene el criterio ni siquiera en un asunto como la prisión permanente revisable, que primero recurrió al Constitucional por regresiva y ahora se muestra dispuesto incluso a ampliar.

Tiene razón Pablo Iglesias cuando afirma que «no hay nada más imprudente que fiarse de Sánchez». ¿Quién puede creerle cuando anuncia que no adelantará las elecciones para no aprovecharse de las circunstancias del PP y de Unidas Podemos? Pero, sobre todo, y lo más grave, ¿podemos fiarnos de quien anunció tres veces su triunfo sobre el covid cuando asegura ahora que nos sacará de esta «doblegando la curva» de los precios?