San Joaquín y santa Ana

OPINIÓN

Rafael Bastante | EUROPAPRESS

21 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco sabemos de estos santos, solo que fueron los padres de la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, los abuelos de este. Desde época temprana ambos fueron ampliamente venerados, tanto en Oriente como en Occidente. Su festividad ha sido tomada para celebrar la Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores: se trata de tomar conciencia de la relevancia de los ancianos en la vida de las sociedades. Lo sucedido con este colectivo durante la pandemia y la respuesta que las diferentes administraciones públicas siguen ofreciendo no hacen sino acrecentar la urgencia de esta jornada.

 A muchas personas la ancianidad les da auténtico pavor: a quienes la viven, por la conciencia de que las fuerzas declinan y el final de la vida se acerca inexorablemente; a los familiares, porque ven debilitarse a sus seres queridos y porque la atención de sus necesidades los puede meter en un brete no pequeño.

La ancianidad es una etapa más de nuestro recorrido vital. Una vida larga debería ser vista como una bendición nunca como un problema. Los ancianos —dice el papa Francisco— no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la familia que cuida y honra a sus mayores! Tenemos que ofrecer planes de asistencia, cierto, pero tan importante como eso es ofrecer proyectos de existencia: que las personas ancianas se sientan incluidas, reconocidas y respetadas.