
Viajando de Miami a Orlando divisé desde la ventanilla del avión, que vuela paralelo a la costa, Cabo Cañaveral y el centro espacial John F. Kennedy, justo cuando la aeronave describe una curva para iniciar el descenso a la capital mundial de los parques temáticos. Solo en el complejo Walt Disney Resort hay cuatro centros de atracciones (Magic Kingdom, Disney's Hollywood Studios, Epcot y Disney's Animal Kingdom) y dos acuáticos, a los que se suman los parques Universal Studios y Sea World, dedicado a la vida marina.
Millones de personas visitan cada año la tercera mayor ciudad de Florida para entretenerse y divertirse, pero la principal atracción no se encuentra en el área metropolitana, sino en ese accidente geográfico situado a solo 50 minutos en coche en dirección al este. En ese saliente bautizado por los exploradores españoles a principios del siglo XVI se ubica la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral y las instalaciones de la NASA, desde las que se lanzaron los cohetes que hicieron historia hace más de medio siglo: los de los proyectos Mercury y Gemini y los del Apolo, que puso al ser humano —ahora dicen al «hombre», para remarcar que la carrera espacial también está contaminada por el heteropatriarcado— en la Luna.
Los civiles pueden adentrarse en esta puerta a las estrellas a través del centro de visitantes del Kennedy Space Center, lo más parecido a un parque temático del espacio, solo que aquí todo es real. Además de recorrer las plataformas de lanzamiento y otras zonas que ahora la NASA comparte con SpaceX y Blue Origin, las compañías de Elon Musk y Jeff Bezos, se pueden admirar esos cacharros que, pilotados por un grupo de chalados, llegaron más lejos que nadie. La impresión de ver un documental sobre el transbordador espacial y, justo cuando termina, franquear unas puertas y encontrarte frente a ti el Atlantis en órbita en medio de la sala solo es superada por la que se experimenta cuando, tras un prólogo similar, se abren las compuertas del hangar donde reposa en horizontal —son 110 metros— el Saturno V, con sus cinco abrumadoramente gigantescos motores Rocketdyne F1, los más potentes jamás fabricados. El SLS (Sistema de Lanzamiento Espacial, por sus siglas en inglés) de la misión Artemis, que mañana intentará de nuevo despegar hacia la Luna, será más moderno y capaz, pero para los que peinamos canas es como comparar a Pelé o Maradona con Messi.