La última, Camila Morrone, que ha pasado a ser parte de ese club de los 25 que lleva gestionando Leonardo DiCaprio desde hace décadas. Ahí está la tarta de Too old for Leo y el gráfico que compara su edad con la de sus parejas. Pero el reguero de memes no señala una excepción, sino lo que es regla.
Cuando cumplió los 40, a Meryl Streep le ofrecieron tres papeles como bruja en el mismo año. A la misma edad, los grandes estudios se pusieron en contacto con Charlize Theron para hablar del rodaje de Wonder Woman. Le propusieron interpretar a la madre de la superheroína. A Madonna la han llamado abuela y le han pedido que se retire con 60 años al mismo tiempo que jalean a Mick Jagger, un señor que sobrepasa, y mucho, los 70, al que le queda todavía «mucha cuerda». Existe un arquetipo, la Charo, para las mujeres de mediana edad, pero nadie se ha parado a pensar qué nombre genérico dar a los señores entraditos en años a los que les va a reventar el cuñadómetro. ¿Nosotras? Ajadas, pasadas, revenidas. Invisibles. ¿Ellos? Maduros, interesantes, reposados, con solera. Hay programas de televisión que intercambian presentadoras como si fuesen camisetas. No vaya a ser que se les queden demasiado viejas. En los especiales de fin de año nosotras pasamos frío y ellos retransmiten con la capa puesta. ¿Y aún hay quien se sorprende de que exista la cofradía del Arcipreste de Hita? A los 25, estás fuera.