«Soy la hija de Díaz»

OPINIÓN

Zipi Aragón | EFE

22 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La procesión cívica había salido del cementerio antiguo de Mondoñedo, después de rendir una visita a las tumbas de Álvaro Cunqueiro y Leiras Pulpeiro. La mañana de aquel 28 de febrero del 2008 era plácida, y la primavera ya bajaba tímidamente por A Xesta. Conmemorábamos el vigésimo séptimo aniversario de la muerte de Cunqueiro. A la hora del Ángelus, nos dirigíamos hacia el concello, en agradable paseo ciudadano, César Antonio Molina, entonces ministro de Cultura y apasionado cunqueirologo, encabezaba el grupo junto con el alcalde mindoniense y yo mismo. Nos seguían Luz Pozo, Milagros Frías y Ramón Loureiro, junto con una representación del Ayuntamiento de Ferrol, hermanado con Mondoñedo, que se mezclaban con ediles de la ciudad episcopal y ciudadanos que asistieron al homenaje anual al autor de Merlín y familia.

A los pocos pasos, se me acercó una mujer joven y me dijo así, a bocajarro: «Hola, soy la hija de Díaz». La saludé, y, mientras se presentaba al ministro, intenté corregir mi ignorancia preguntándole a Loureiro quién era Díaz y quién su hija. Rápidamente salí de dudas al conocer que Suso Díaz era un viejo comunista ferrolano, secretario general de Comisiones Obreras, y su hija Yolanda era teniente de alcalde en el consistorio de Ferrol. Comunista de EU, añadió Loureiro, después de subrayar que era muy lista, tanto como ambiciosa, creo que dijo alguien. En amena conversación, comentando la belleza medieval de las viejas rúas de Mondoñedo, llegamos al ayuntamiento.

Desde aquella mañana he seguido la trayectoria pública de Yolanda Díaz, que cumplirá cincuenta y dos años el 6 de mayo siendo vicepresidenta segunda del Gobierno de España. Seguí su trayectoria de gestora de partidos o grupos políticos a la izquierda de la izquierda y su paso por Esquerda Unida, Alternativa Galega de Esquerda, En Marea, En Común, Unidas Podemos y Sumar. Comunista genética («mi único carné es el del PCE»), deambuló políticamente entre Beiras y Pablo Iglesias, a quienes repudió. Con un levísimo discurso político, es logorreica en la frontera del falabaratismo. Se mueve dialécticamente entre tesis de Zizek y Rosa Luxemburgo, y defiende consignas y eslóganes, respuestas tan obvias como banales. Se ha convertido en una fashión victim que no repite nunca su indumentaria y practica el arte de la sonrisa perpetua como argumento político.

El viejo Suso Díaz, candidato honorífico en las listas coruñesas de Podemos, dice ahora a quien lo saluda: «Hola, soy el padre de Yolanda».