Diga ole y ole, que el olé no tiene gracia

Sandra Faginas Souto
sandra faginas MI MUNDO ES OTRO

OPINIÓN

Raul Caro | EFE

24 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Como estamos en el tiempo de la Feria de Abril es momento de hacerle palmas a esa interjección que se utiliza con todo el arte español cuando algo nos quita el sentío: ¡oleeé! Pero, siendo justos con el uso, y puristas con el flamenco de las palabras, hay que decir que pocos de nosotros le ponemos la tilde cuando hablamos. Por eso mismo, a pesar de que la RAE mantiene la entrada de esta interjección con el acento gráfico —si bien la acepta también sin él— es interesante la reflexión que hacía un andaluz estos días a través de TikTok. En su opinión, él distingue a la gente sevillana de la que no es sevillana dependiendo de si emplea este término con o sin tilde. Los andaluces de pro se lo quitan, así que ante cualquier experiencia que merezca el halago, todos se inclinan por el «ole y ole y ole». Así, sin hacerla palabra aguda. 

Ese ole es el que se canta en cualquier copla, como aquella de Las cosas del querer, que bailaban Ángela Molina y Manuel Banderas en la película de Jaime Chávarri: «El ole es una palabra, ¡ole!, que no tiene explicación / el ole es como una rosa, que sale del corazón...».

Lo cierto es que el olé con acento se asocia mayoritariamente a ese grito torero que el gentío repite en la plaza para animar al diestro, pero como cada vez hay menos toros, ya apenas se percibe su influencia. El olé suena, como dice el andaluz de TikTok, un tanto artificioso, como cuando un extranjero zapatea una sevillana con poca gracia en el tablao. Que por mucha intención que le ponga, se nota que no le sale de dentro.

Con las palabras sucede lo mismo. Ahora que la RAE ha devuelto la tilde al solo, cuando hay ambigüedad, podría manifestarse sobre si tiene el olé que deshacerse de su acento agudo cuando son pocos los que se le ponen. Es un debate que abre fronteras y define una esencia muy española. Yo, como soy del palo gitano y más arrebatao, me quedo la forma propia de su jerga. Y «¡Eleee!», que siga la fiesta.