Colombia y nuestra cultura casposa
La visita del presidente colombiano está destapando la enorme diferencia de entender el mundo entre España y Occidente respecto de Latinoamérica. Nos separa por ejemplo la guerra de Ucrania. Colombia y la mayor parte de los países emergentes no inscritos en la OTAN hablan del belicismo de Occidente como fórmula para ayudar a Ucrania, mientras que ellos explican iniciativas de contención de la guerra, sobre la base de medidas de diálogo y de moderación. Un encuentro deseable requeriría de la aproximación recíproca. Un poquito de aquí y otro poquito desde allá. Tendríamos que despojarnos de nuestra forma unilateral de mirar, que se entiende por nuestra cultura y la inercia de la historia pero que es ya anacrónica y casposa y, en consecuencia, deseable en su transformación. América se ha hecho mayor, permítaseme, y tiene su personal forma de mirar y de entender. Como muchos jóvenes, contempla a su madre España con cierta displicencia y se resiste a aceptar el tutelaje que le ha brindado este país desde siempre. Creo que es momento de ganarnos a América, como las madres inteligentes tratan de ganarse a sus hijos que, ya siendo mayores, hacen alarde de su autosuficiencia. Enrique López.
El desvarío de Putin
Quienes todavía admiten alguna posibilidad de que los ucranianos fueran tan necios como para atacar de noche al Kremlin para matar a Putin, cuando es archisabido que duerme fuera, o son agentes suyos o son locos como él. Porque solo a un loco se le puede ocurrir y conseguir imponer como explicación esa estupidez; y más, si cabe, para intentar justificar el condenar a muerte a Zelenski, como si matarlo no hubiera sido su obvio objetivo desde que empezó la guerra. Esa gigantesca pifia no ha servido, pues, sino para aclarar a los más remisos la situación y, por tanto, la necesidad de solucionar pronto ese conflicto ya mundial con remedios que no sean peores que la enfermedad. María Faes.
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