Salud mental: derecho, no privilegio
¿Qué harías si tuvieses actitudes suicidas, acudes al médico y no te dan cita hasta dentro de tres meses? Si tu bolsillo te permite hacer semejante inversión, te diriges a una clínica privada. Pero, ¿y si no? ¿Te suicidas? ¿Aguantas? La cruda realidad es que en Galicia la sanidad pública únicamente cuenta con cuatro psicólogos por cada 100.000 habitantes. De lo que se derivan listas de espera de dos o más meses, sesiones de media hora y una periodicidad difícilmente inferior al mes y medio. Estas cifras, para quien se encuentra en una situación crítica y cuya situación económica no soporta pagar una media de 51 euros la hora de consulta, resultan terroríficas. Póngase, querido lector, por un minuto en la situación de quien no vive, sino que sobrevive. ¿No cree usted también que en un estado social y de derecho resulta impensable que la vida continúe siendo para algunos un artículo de lujo? Marta Magdalena García. Nigrán.
El saber frente a la opulencia
Sócrates, Platón, Aristóteles y todos los filósofos y pensadores de la antigüedad clásica grecolatina tenían razón en su defensa de los valores humanistas y su compromiso con una educación alejada de la tendencia al pragmatismo, inculcando al alumnado el placer por el conocimiento. La educación de hoy siembra la duda y flirtea con lo comercial (va a lo superfluo y solo prepara para el mundo laboral), no sabe transmitir —en especial a los más jóvenes— que la importancia del saber se encuentra en el proceso del aprendizaje.
Hoy en día está en decadencia la figura del docente, precisamente porque quienes pretenden a través de la inteligencia artificial abrazarse a la modernidad quieren desprestigiar a los que enseñan y cambian silenciosamente con su sacrificio la vida de sus pupilos.
El aumento de los objetos inteligentes es directamente proporcional a lo tontos que nos estamos volviendo. Ese es el espíritu en el que estamos instalados, y es así porque le ponemos etiqueta de «inteligente» a cualquier cosa.
Pero lo que enseña un docente no lo enseña una máquina, y tanto la escuela como la universidad deben ser laboratorios críticos frente a los falsos valores que quieren instalarse en la sociedad. ¡Ese debe ser el plan! Rosendo Fernández González. Ourense.
Casarte y vivir con tus padres
Me casé hace cinco años, con 27, pero sigo viviendo con mis padres. Mi pareja y yo tenemos trabajo fijo y cobramos por encima del salario mínimo, pero aun así no podemos acceder a una vivienda. Hemos logrado muchas cosas, pero somos incapaces de encontrar una vivienda asequible. La inestabilidad económica, las sucesivas crisis y la insuficiente acción política para paliar las consecuencias nos obliga a nosotros y a muchos otros jóvenes a elegir entre apoyar la economía familiar o independizarnos.
¿Qué clase de prosperidad se supone que le espera a España si las nuevas generaciones crecemos asfixiadas? Lamentablemente, esta parece una preocupación de todos y de nadie. Cristina Benítez Coll. Llucmajor (Islas Baleares).
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