De cara a las próximas elecciones generales, el Consejo General de Enfermería de España acaba de sacar un pequeño documento con nueve puntos que sus miembros consideran esenciales no ya para mejorar el sistema sanitario y el de cuidados, sino para que estos no sigan deteriorándose.
Hay dos datos escalofriantes. España necesita 95.000 enfermeras para equipararse a las ratios que hay en los países de nuestro entorno. El segundo de ellos se refiere a las agresiones a enfermeras, que se dispararon en 2022: nada menos que 2.580 incidentes, lo cual supone un incremento del 58 %. Son datos, no son opiniones. A los que hay que añadir que muchas de las enfermeras siguen trabajando con contratos precarios.
En la clausura del Congreso Internacional de Enfermeras (se celebró en Montreal y a él asistieron más de 6.000 enfermeras de todo el mundo), Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, dijo unas palabras con las que no puedo estar más de acuerdo: «Durante la pandemia, dedicamos mucho tiempo a decirles que eran héroes —porque ustedes son verdaderos héroes—. Pero los cumplidos, por muy bonitos que sean, no pagan el alquiler. No les dan más autonomía ni evitan que se agoten». Y esto cabe decirlo también de las auxiliares de enfermería y de geriatría.
Mucho me gustaría que, gane quien gane las elecciones, sobre estas cuestiones hubiera acuerdo entre los dos grandes partidos del país. España lo necesita.