
El tratamiento psicológico en los fumadores con dependencia del tabaco hoy es el tratamiento de primera elección. A pesar de ello, no está generalizado en nuestro sistema sanitario. ¿A qué se debe esto?
Todavía hoy fumar es la primera causa evitable de mortalidad y morbilidad. En España mueren prematuramente cada año 52.000 fumadores, 143 al día, 1.000 cada semana. Como son tantos, y todos los días, ha dejado de ser noticia. Los humanos, y la sociedad, tenemos una capacidad increíble de adaptación ante lo negativo y de mirar para otro lado para que no nos afecte la realidad indeseable.
Desde hace más de 50 años, los psicólogos venimos tratando de modo eficaz a los fumadores. Disponemos de tecnología, en forma de tratamiento psicológico, que logra que dejen de fumar y que no recaigan. Se hace desde la ciencia psicológica, con el aprendizaje de nuevas habilidades, a través de la realización de tareas mantenidas en el tiempo, se debilitan y eliminan los componentes fisiológico (dependencia del tabaco), psicológico (hábito, creencias erróneas) y social (presión al consumo) y que así dejen de fumar. Porque la dependencia del tabaco no es una enfermedad, es un hábito aprendido que hay que desaprender. Para los organismos internacionales de referencia, como la OMS, la dependencia del tabaco es un «trastorno mental y del comportamiento», no una enfermedad. No existe la «enfermedad de fumar», aunque fumar produce muchas enfermedades. Por eso, el tratamiento psicológico no precisa utilizar fármacos. Es eficaz por sí solo.
Otra clave del éxito del tratamiento psicológico está en que los fumadores con frecuencia arrastran problemas personales o trastornos, como depresión, ansiedad, estrés, alimentación, baja motivación, desesperanza, problemas familiares, etcétera. Todo esto se tiene en cuenta para que puedan dejar de fumar.
Nuestra dilatada experiencia clínica de varias décadas, y el tratamiento de miles de fumadores, atestigua la alta demanda, eficacia, aceptación y valoración de los tratamientos psicológicos. Es lógico. El fumador logra su objetivo: dejar de fumar. Y, con ello, mejora su calidad de vida, se encuentra mejor física y psicológicamente, y vivirá más años.
Hay varios modos en los que hay que incidir en todos los fumadores para que dejen de fumar, como son animarlos a que lo dejen por ellos mismos, como lo hacen las campañas públicas, y el consejo médico sistemático, Pero cuando esto fracasa no queda más remedio que acudir a un tratamiento especializado, profesional, llevado a cabo por expertos, como el psicológico.
¿Por qué no se aplican más los tratamientos psicológicos? Básicamente por dos motivos. El primero, por los pocos psicólogos clínicos que hay en el sistema nacional de salud. El segundo, porque las farmacéuticas que venden fármacos para dejar de fumar utilizan todo su márketing, promoción y publicidad para convencer de sus bondades, que luego vemos, década tras década, aparecer y desaparecer en poco tiempo. Porque los fármacos por sí solos son ineficaces. Para que funcionen precisan de un apoyo intensivo profesional o de un tratamiento psicológico, llevado a cabo por un psicólogo especializado, lo que raramente se hace, e incluso a veces algunos otros profesionales se hacen pasar por tales sin serlo.
Decía Concepción Arenal que «el ruido de las carcajadas pasa, la fuerza de los razonamientos queda». Algún día veremos implantados los tratamientos psicológicos para los fumadores y para otros problemas de salud mental de modo generalizado en nuestro sistema nacional de salud. Mientras, seguimos esperando… y viendo con tristeza como miles de fumadores mueren prematuramente.