Informe Pisa: ¿y ahora qué?

Mª del Carmen Rodríguez-Trelles DIRECTORA DEL IES BLANCO AMOR

OPINIÓN

CAPOTILLO

10 dic 2023 . Actualizado a las 11:58 h.

Hoy mucha gente habla de Pisa: el informe se elabora a partir de una prueba que se aplica cada tres años y que evalúa a los estudiantes de 15 años de 82 países. Aunque hay corrientes que se oponen a este tipo de pruebas, lo cierto es que son indicadores de cómo están las cosas, y ponen de manifiesto los problemas que generan algunos sistemas educativos excesivamente politizados. En esta ocasión, Pisa ha descubierto el descalabro general de los países europeos, del que España no se ha librado: nunca en 23 años (si exceptuamos el 2006) había obtenido resultados tan malos, poniendo de manifiesto el incremento de la mediocridad de nuestros estudiantes. Toca sacar conclusiones.

En primer lugar, tiene que haber actuado un factor común para que todos los países, a excepción de los asiáticos, hayan experimentado este desplome. Pensemos en la pandemia, que abarató el aprobado y la promoción de curso, y que dejó a los alumnos solos ante su ordenador. Estos enseguida se dieron cuenta de que necesitaban al profesor para encontrar motivación para estudiar. Sin embargo, la Administración se justificará, como siempre, culpando a los docentes de estos pésimos resultados. Dirá que no estamos bien preparados. No quiere reconocer que son sus propias medidas educativas las que generan el problema. Cuántas veces se ha hablado de la necesidad de un pacto en educación para llegar a una ley educativa estable.

Otro factor importante es la colaboración de las familias: en una sociedad donde unos jóvenes infantilizados han pasado a ser hijos de «papá» y «mamá» aunque se afeiten el bigote, muchas veces no entienden que un centro educativo imponga normas que, a la postre, mejoran el rendimiento y la personalidad de sus hijos.

Por otro lado, Pisa ha puesto de manifiesto en nuestro país la diferencia de nivel académico que hay entre comunidades autónomas. Esto nos debe hacer reflexionar sobre si es acertado que cada una de ellas tenga su propia Abau, haciendo que estudiantes con una preparación muy diferente opten a los mismos estudios en el Estado.

Y por último, se comprueba la importancia de detectar a edades tempranas los problemas de nuestros estudiantes. No parece lógico que en 4º de ESO nos encontremos con ellos. Hay que reforzar las medidas de atención a la diversidad en las primeras etapas de la enseñanza.

En el caso de Galicia, mantenemos el liderazgo (aunque compartido) en Ciencias, y somos los segundos de España en igualdad de oportunidades (equidad). Pero tenemos que remontar la caída en Matemáticas y Lengua. Esto, en vez de desanimarnos, nos sirve a los docentes para implementar sistemas de mejora. Los profesores no estamos para guardar niños; somos profesionales y disponemos de recursos para hacer frente a los desafíos. Tenemos una juventud desnortada, dispersa por el abuso de las pantallas, pero con un enorme potencial. Nuestro deber como docentes es aprovecharlo, si la Administración y las familias nos apoyan. Por el bien de nuestros jóvenes. Y no porque lo diga Pisa.