La costa se ha llenado de basura mientras aún nos dolemos de la última resolución británica que niega a España el derecho a cobrar por el Prestige. Además de las elecciones, el que se resarzan los daños y no se repita el fiasco también tiene su interés pero, de nuevo, hemos salido en ayuda del contrario. El barco Toconao tiene bandera de Liberia, la armadora y otras empresas implicadas son de Bermudas, Chipre, Dinamarca o Polonia. La lista de actores no está cerrada y esta es la maraña habitual. El Juzgado de Noia y la Fiscalía investigan si el vertido puede ser delito y sus indagaciones servirán para pedir daños en el juicio penal si llega. También puede que las aseguradoras soliciten arbitraje en otro país; un proceso más ágil y en el que el sistema anglosajón tiene más peso que el nuestro.
Es pronto para saber cuál será el camino pero los primeros movimientos estratégicos están en marcha y tengo ese sentimiento de cuando, en juicio, se ofrece al cliente el derecho a la palabra y, contra todo consejo, lo usa y se perjudica sin remedio.
El 20 de diciembre la armadora reconoció la pérdida de carga y se puso a disposición de España para el pago de la limpieza. Puedo afirmar que cada declaración y acción de la armadora responden a un solo objetivo: el control de daños y limitar su responsabilidad.
Mientras, nuestros políticos llevan semanas acusándose de lo que no se hace, retrasando decisiones, fallando en coordinación, realizando afirmaciones contradictorias sobre si son tóxicos o afectan al medio ambiente, o si los medios para localizar los sacos que no han reventado son necesarios o no.
Los equipos jurídicos de aquellos a los que pediremos cuentas toman nota de cada palabra. Cada vez que un cargo español acusa de negligencia a otro para aportar algo a su campaña electoral, consigue que un letrado internacional sonría. Luego, pulsará el botón de archivo del artículo o vídeo que, en su momento, aportará para afirmar que el daño pudo limitarse y lo que falló fue España. Y como prueba impagable presentará las palabras de nuestros representantes que, incapaces de presentar un frente unido, ayudan a Toconao mientras nos piden el voto.