Anda el Gobierno de Pedro Sánchez cabalgando por una montaña escarpada llena de agujeros, eludiendo las flechas que le lanzan por un lado y los tiros que le disparan por el otro. Mire adonde mire, le cae una lluvia de mandobles. Ni siquiera noticias como que el mes de febrero fuera el mejor en creación de empleo desde que estalló la burbuja inmobiliaria le han dado un respiro. El Ejecutivo no ha tenido ni fuerzas para presumir de un dato espectacular.
Y es que actualmente el Gobierno de España vive inmerso en un gran barullo, salpicado por los escándalos de corrupción y por el no menos escandaloso caso de la amnistía. De momento, Pedro Sánchez no avanza, pero aguanta a pesar de las flechas y de los tiros. Eso sí, centra casi todas sus energías en sobrevivir a las circunstancias que rodean su quehacer diario. Ábalos ha caído y Armengol se defiende como puede ante una situación muy delicada. Y, para colmo, algo que le estará haciendo mucho daño en lo personal, Begoña Gómez, la esposa del presidente, está siendo utilizada como munición por sus reuniones con Air Europa. Lo único que le queda a los socialistas es recordar que para corrupción, la del Partido Popular. Un recurso, ese del «y tú más», que normalmente es fruto de la desesperación y que no parece muy efectivo cuando de lo que hablamos es de personas que se enriquecieron ilegalmente durante lo más duro de la pandemia.
¿Cuántas horas que deberían haber sido empleadas en dirigir este país se están dedicando a defender el fuerte? Sinceramente, España se merece algo más que el tiempo restante de sus líderes, que ahora andan afanados casi en exclusiva en salir de la crisis con los menores daños posibles y en satisfacer a los insaciables nacionalistas catalanes.
Porque cuando nos despertamos cada mañana, el monstruo de la amnistía sigue ahí. Incluso, muy burdamente, han intentado colarnos que la Comisión de Venecia avala que España elabore una ley de amnistía que permita solucionar el tema catalán. Nada más lejos de la realidad. La citada comisión ha puesto, en realidad, un montón de peros a un asunto que, considera, está causando más división que consenso en la sociedad española. Vamos, que si de lo que se trataba era de arreglar el desamor entre España y Cataluña, lo que se está consiguiendo en realidad es la división entre buena parte de los españoles.
Europa considera que este tipo de leyes es recomendable que se hagan con un gran consenso entre los diferentes partidos políticos, algo que, obviamente, para nada se da en nuestro país. También nos afean en la comisión de la UE el método de urgencia elegido.
El caso es que, entre unas cosas y otras, el Gobierno de Pedro Sánchez lleva tan mala vida que no se entiende que en estas condiciones le compense gobernar. O quizá sí, solo los que se han sentado en la Moncloa podrían responder a la pregunta de qué precio están dispuestos a pagar por un segundo más en el poder.