Lucha con clase

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Jesús Hellín | EUROPAPRESS

23 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los italianos llaman extravincere a un modo de ganar que se caracteriza por el exceso y la falta de misericordia: extravincere consiste en vencer demasiado, en un seguir hiriendo cuando el enemigo ya ha sido derrotado, una desmesura que no se limita a la victoria sobre el contrario, sino que necesita ir mucho más allá, hasta el aplastamiento, la humillación y el regodeo cruel en la miseria del sometido. Por supuesto, los italianos normales consideran detestable ese proceder, y lo sentencian y desaconsejan en modos de decir populares. Porque excederse en la victoria no solo es un acto ruin de muy mal gusto, soberbio y carente de la necesaria compasión humana, inmisericorde. También obliga a un gasto ya innecesario de recursos y engendra odios que traspasan los siglos. Un coreano jamás comprará un Toyota, por ejemplo, porque no olvidan las vejaciones a las que les sometió Japón. El extravincere, también a la larga, cuesta mucho dinero y, a veces, sangre. Por eso me pregunto por qué ciertos políticos catalanes (pocos, en realidad) caen sistemáticamente en ese error. Hurgan en la herida cuando ya han conseguido indultos discutibles, la amnistía o más transferencias mil millonarias. En lugar de agradecer, al menos con el silencio, las cesiones que el Gobierno anuncia como garantes de concordia, las exhiben como el comienzo de la ruptura y la separación. No hay insensibilidad ahí, sino estrategia: la de fomentar el odio a Cataluña, lo catalán y a los catalanes, presentados adrede como insaciables, insolidarios y humillantes. Y que sufran ese odio todos los catalanes, no solo la minoría separatista.

Mala cosa reducir la política a una gestión de odios. Cuidado con lo que odiamos.