«Pasapalabra» de medianoche

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

Anten.a 3 | EFE

19 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando regresó a la tele el Grand Prix del verano, se abrieron muchas cajas de la nostalgia. Porque era un programa que veían juntos abuelos, padres y nietos durante las vacaciones estivales. Un ritual más. El hilo visible que lograba el milagro de unir a distintas generaciones. Es cierto que eran otros tiempos, sin las otras pantallas que ahora nos consumen. Cuando se recuperó el formato ya se habían ido aquellos espectadores mayores que, con niños en sus brazos, apostaban a quién le explotaría la patata caliente mientras se la pasaban los de Villarriba y Villabajo. Pero asomaban en los recuerdos de otros. Esa repesca fue un éxito. Aunque su historia sea distinta, ahora otros espacios televisivos unen a los pequeños y grandes de la casa sin necesidad de recurrir a las escalofriantes imágenes del último suceso macabro o al enésimo revolcón de los penúltimos descolgados de realities plenos de silicona y tatuajes. Son esos concursos que salpican las parrillas de diferentes canales. Pasapalabra es uno de los emblemáticos, de esos que convierten a los concursantes en estrellas que roban el nombre incluso al propio programa. En su día, muchos no se perdían a Orestes. Ahora, miles de españoles se sientan a ver a los Mozos de Arousa en Reacción en cadena. Óscar Díaz ha sido el último ganador del famoso Rosco. Pero la alegría no ha sido completa. Y no es que el concursante le afee a Hacienda que le pegue un suculento mordisco al premio. La indignación llega de una parte de los espectadores que lamentan que la emisión del programa se retrasara a horas que no son apropiadas para personas de corta y larga edad. Pero España sigue con mentalidad de late night.