Democracia, Bolivia y el nuevo intento de golpe

Miguel Paradela PROFESOR DEL DEPARTAMENTO DE RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE COMILLAS-ICADE

OPINIÓN

Jorge Abrego | EFE

01 jul 2024 . Actualizado a las 22:09 h.

Esta semana fuimos testigos de un intento de golpe de Estado por parte del comandante general del Ejército de Bolivia, Juan José Zúñiga, que respondía así a su destitución, anunciada un día antes. Durante unas horas, militares equipados con tanquetas y armamento de combate tomaron la plaza Murillo de la ciudad de La Paz y asaltaron por la fuerza la Casa Grande del Pueblo, sede del poder Ejecutivo boliviano. Durante unas horas de gran incertidumbre, el Gobierno estuvo asediado por unos militares que anunciaron su voluntad de imponer «cambios en el gabinete» del presidente Luis Arce.

Afortunadamente, el respaldo al orden constitucional fue unánime, tanto a nivel regional como nacional. Desde las organizaciones internacionales con más peso en América Latina, como la OEA, la CELAC o la CAN, hasta los principales partidos políticos de Bolivia, agentes sociales e incluso religiosos, todos ellos rechazaron las acciones de Zúñiga y respaldaron el orden democrático constitucional. Como resultado, se generó una presión creciente sobre los sublevados, que vieron cómo la plaza donde se encontraban se llenaba de manifestantes, mientras diversas organizaciones convocaban movilizaciones y bloqueos de carreteras por todo el país. De hecho, los propios militares, que se unieron masivamente al levantamiento cívico-militar del 2019, en esta ocasión se mantuvieron en sus bases acuartelados. Así, a las pocas horas de haber irrumpido en la Casa Grande del Pueblo y tras haber sido encaradas por el propio presidente, en la que sin duda pronto se convertirá en una imagen icónica de la historia política boliviana, las tropas insurrectas se retiraron a sus cuarteles.

Aunque con la detención de Zúñiga y sus principales lugartenientes la amenaza golpista parece haber sido solventada, el Gobierno de Arce todavía tiene que afrontar un final de legislatura marcado por una economía en crisis y por una profunda división del partido del Gobierno Movimiento al Socialismo (MAS), en el que se enfrentan los seguidores de Arce frente a los del expresidente Evo Morales. Sin embargo, lo hará al frente de unas instituciones que salen reforzadas tras haber mostrado su compromiso con el orden constitucional. Serán los próximos meses los que nos digan si esta crisis finalmente pueda mitigar el conflicto entre Arce y Morales o incluso generar un mayor entendimiento entre los diferentes actores políticos bolivianos que evite situaciones de quiebre democrático.