Así perciben los gallegos a Renfe
Renfe, como otras muchas grandes empresas, tiene sus oficinas centrales en Madrid. Y eso se nota. No hay más que ver cómo han promocionado en su web la puesta a la venta de los primeros billetes de Avlo (el AVE de bajo coste) que conectan el norte peninsular con la capital de España. «¡Viaja a Galicia y Asturias por 7 euros!», nos dicen no una, sino dos veces, en el colorido banner que nos saluda nada más abrir la página de venta de títulos de la operadora ferroviaria. Ni rastro de la posibilidad (obvia, sí, pero no explicitada) de llegar desde el curruncho noroeste al centro del país en un tiempo y precio razonables.
Si pinchamos, insisten en el mensaje. «Viaja en Avlo a Galicia y Asturias». «¡Viaje al norte solo por 7 euros!». «Estrena el Avlo al norte». Y por si «buscas inspiración», te ofrecen información sobre las mejores playas y pueblos de Asturias, qué ver en 24 horas en Santiago o sobre las Islas Cíes (rebautizadas como «el Caribe gallego», quizás por alguien que nunca metió el pie en el agua de la playa de Rodas). Lo que pueden hacer un gallego o un asturiano en Madrid debe ser tan obvio que no hace falta hacerles ninguna sugerencia.
No deja de ser una anécdota, está claro. Un diseño de una campaña de promoción de un nuevo servicio. Pero refleja cierto pensamiento en el que lo único importante, al parecer, es a dónde se puede llegar desde Madrid, y la vertiente turística de los servicios ferroviarios. Una faceta importante, sí, pero no la única. Porque viviendo en una comunidad desde la que no es fácil desplazarse, con déficits en vías de comunicación y conexiones, la llegada de nuevos servicios ferroviarios, en algunos casos largamente prometidos, no solo es una oportunidad para el ocio. Debe ser también, una mejor posibilidad para los negocios, para ir a trabajar, para relacionarse con otras zonas del país. No parece esa la filosofía de este nuevo AVE de bajo coste, que pese a tener un servicio de ida vuelta diario, saldrá de A Coruña para regresar por la tarde a Vigo, y viceversa. Ignorando, quizás, los problemas que padecen a diario los trenes del Eje Atlántico.
Pero pensemos bien. Que para pensar mal siempre hay tiempo. Estamos en verano. Prima el ocio y la diversión. Veremos qué pasa en septiembre. María pérez. A Coruña.
Vida y sueños de dignidad
Una parte del mundo necesita cada vez de más dinero porque de la sana ambición por progresar han hecho una adicción por poseer. Como vivir dignamente en sociedad conlleva adquirir derechos pero también contraer deberes, entre ellos, el que los demás lo hagan también dignamente. Resulta que aquella tecnología que nos hizo ricos llegó a la tribu más perdida del planeta para avisar a sus habitantes de que mientras ellos buscan comida para sobrevivir otros la tiran. Soñar es un privilegio del ser humano, hacerlo con la dignidad, una necesidad y, alcanzar ese sueño, un reto loable por el que ha demostrado que es capaz de morir en el empeño, lo cual no garantiza que lo conseguirán pero sí que otros deberán usar esas armas de las que hablan para lograr pararlos y eso, amigo mío, no está al alcance de cualquier valiente sino de muy pocas inmoralidades. Pero... ¿quién sabe? Quizá también encontraremos a quien sea capaz de usarlas para que nuestras conciencias puedan proseguir descansando plácidamente sin remordimientos a cambio de poder y dinero. Luis Cabaneiro Santomé. Lugo.