Silicon Valley, «granolas» y un líder astronauta

MILLÁN BERZOSA CONSEJERO INDEPENDIENTE. EXPERTO EN RELACIONES INSTITUCIONALES Y ALIANZAS

OPINIÓN

Daniel Gonzalez | EFE

05 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó el verano y con él, el hábito de desayunos de granola para estar en línea y con energía. Cuando hablamos de granola, nos referimos a una mezcla de copos de avena con otros cereales y frutos secos, un alimento popular que se originó en Estados Unidos hace casi 200 años, según el New York Times. Una suerte de superalimento.

  

En el mundo empresarial, las «granolas» son un grupo de compañías europeas: GSK, Roche, ASML, Nestlé, Novartis, Novo Nordisk, L’Oréal, LVMH, AstraZeneca, SAP y Sanofi. Estos nombres conforman el acrónimo otorgado por el banco Goldman Sachs a este gran club de referencia, tanto en resultados como en influencia de sus prácticas empresariales. Las «granolas», compuestas de biofarmacia, chips, programas de gestión, cosmética y lujo, representan una cuarta parte del empuje corporativo en las bolsas europeas.

En Estados Unidos, su equivalente es el «club de los siete magníficos», compuesto por Amazon, Apple, Alphabet (Google), Meta (Facebook), Microsoft, Nvidia y Tesla, con tecnología por todos sus poros y un dominio bursátil incluso superior, cercano por momentos al 30 % de todo lo que sucede en el mercado estadounidense.

Dice la consultora McKinsey que hay que aprender de todas ellas y entender los superpoderes que las hacen extremadamente competitivas. Con dos factores clave: visión y liderazgo. Sin duda, estas empresas tienen una hoja de ruta clara de dónde quieren estar en los próximos años y una previsión estratégica para mantenerse a la vanguardia, con sentido del propósito y capacidad de influencia. Con inversión en talento, en favor de una cultura corporativa que fomente el sentido de pertenencia y potencie a los equipos. Con tecnología que no solo esté presente, sino bien integrada en las dinámicas operativas, con una clara visión de negocio. Con una estructura organizacional coherente y explicada, a pesar de los vaivenes del mercado. Y sistemas de revisión y corrección.

Recientemente, tuve la ocasión de cotejar esto último con Pedro Duque, exministro de Ciencia e Innovación y actual presidente de Hispasat. Durante una conferencia en la escuela de negocios Esade, Duque describió un modelo de liderazgo enfocado justo en corregir los procesos que fallan, en lugar de buscar culpables y excusas por el mero hecho de buscarlos. En definitiva, buscar qué proceso falló y arreglarlo, no tanto «quién lo rompió», con sentido de la responsabilidad y con la importancia de cuidar el clima de camaradería y aprendizaje. Esto resultará especialmente interesante cuando algunas grandes corporaciones se vean tentadas a adoptar un enfoque contrario, con obsesión en la búsqueda de responsables únicos, ante errores humanos o de máquinas, y con el reto de aplicar códigos éticos a la altura del siglo XXI. En gobernanza, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Duque, conocido por ser el primer astronauta español en viajar al espacio, ofrece una visión de liderazgo llena de sentido común, sin exceso de testosterona, muy de agradecer. James Caleb Jackson, el creador de la granola, probablemente nunca imaginó las diferencias de estilo y retos de liderazgo que traerían los nuevos tiempos.