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En la antigua Grecia, la sociedad estaba organizada en pequeñas ciudades-Estado conocidas con el nombre de polis; estas permitían una participación muy activa en los asuntos de interés común, como sabemos en ellas surge la democracia. A finales del siglo IV a. de C. se produce un cambio importante: las conquistas de Alejandro Magno extenderán la cultura griega a través de grandes áreas geográficas y así Alejandría y Rodas se van a convertir en centros culturales, aunque Atenas seguirá siendo la sede de la filosofía.
Ya existían la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, pero aparecen nuevas escuelas: el Jardín de Epicuro, y la Stoa fundada por Zenón de Citio —de ahí los nombres epicureísmo y estoicismo—. La problemática a tratar será de tipo moral, era precisa una orientación práctica de la filosofía; perdida la libertad política y social, ahora el individuo debía hallar esta libertad dentro de sí mismo, procurar no solo saber, sino saber vivir y darle un nuevo sentido a la vida.
En este contexto, Epicuro nos recomienda no intervenir en política, esta se sustituye por la comunidad de amigos, que siempre serán un refugio, nos dice: «A través del mundo van bailando sus danzas los corros de la amistad…». Defiende la importancia del placer bien administrado, algo que debe ser no solo sensorial, sino que también haga posible el gozo interior.
El estoicismo proclama la importancia de la virtud, que se logra a través del autodominio y una fortaleza capaz de hacernos imperturbables ante las desgracias y el destino —concebido como Providencia— debemos aceptarlo con serenidad. Ambas escuelas tienen presente la idea de que la naturaleza nos envuelve y que nuestro ser personal debe estar en armonía con ella, ya que nada puede escapar de la ley que rige el Universo. Como dirá más tarde el emperador romano Marco Aurelio: «No hay nada que no esté en relación».
Estas enseñanzas nos recuerdan que cuando desaparece lo público queda lo privado, que los seres humanos somos una parte de un Todo sobre el que no tenemos poder, la misión es mirar hacia el interior, procurar armonía y una paz que debe ser cultivada como quien riega flores. ¿Será por eso que Epicuro fundó una escuela a la que llamó Jardín?