Hace poco probé un coche nuevo con motor diésel cuyas emisiones de CO2 superan los 190 gramos por kilómetro, por lo que le corresponde la etiqueta medioambiental C y, por lo tanto, no podrá transitar por las zonas de bajas emisiones (ZBE) que se están empezando a implantar en los centros urbanos. La prohibición se hará efectiva a partir del próximo 1 de enero en varias ciudades españolas y cuando se extienda también a Galicia significará que el 95 % de los vehículos que circulan en la actualidad tendrán el paso vetado a estas áreas, restringidas exclusivamente a los coches con etiqueta cero (cien por cien eléctricos e híbridos enchufables) o ECO (híbridos no enchufables).
Este es el motivo por el cual los automóviles mild hybrid (hibridación ligera) están copando el catálogo de los fabricantes y también las ventas. Cuentan con un motor de 48 voltios y una batería insignificante —no pueden circular ni un solo metro en modo eléctrico— que apoyan al motor de combustión en el arranque y las aceleraciones. Y aunque la reducción en el consumo y las emisiones es muy pequeña —muchos coches de este tipo contaminan más que otros que llevan las etiquetas C o B—, la normativa de la Unión Europea los considera vehículos «híbridos» y pueden acceder al distintivo ECO y moverse por las ZBE.
Convertir en microhíbrido un vehículo es sencillo y no dispara su precio, ya que lo que más lo encarece es la batería de iones de litio y tiene muy poca capacidad. Por eso están triunfando, y por eso la marca del coche del que hablaba al principio lanzará el año que viene una versión mild hybrid.
De igual manera, por estas zonas de bajas emisiones podrán campar a sus anchas potentísimos y pesados todoterrenos y SUV, de más de dos toneladas y con motores de gasolina de cientos de caballos, porque al ser híbridos enchufables pueden recorrer unas decenas de kilómetros en modo eléctrico. Pero, ¿quién controlará que lo hagan, o qué pasará cuando se les agote la autonomía de su batería? Respuesta: que se pasearán por el centro de las ciudades contaminando como moles de dos toneladas y cientos de caballos. Y la UE tan contenta.