Plataformas más caras

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

20 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La floreciente economía de las plataformas penalizará directamente el bolsillo del suscriptor. De un día para otro, precisamente en el momento de anunciar que el negocio es boyante y marcha raudo, Netflix ha subido sus precios sin añadir valor adicional en su oferta. Triunfa a pesar de los pronósticos catastrofistas que amenazaban con que se despeñaría por decisiones tan impopulares como la de prohibir compartir contraseñas o la incorporación de publicidad en un servicio que triunfó precisamente porque carecía de ella. Como dijo hace años su cofundador Reed Hastings, el peor enemigo para Netflix sigue siendo el sueño, esa necesidad fisiológica insalvable que impide a los clientes sumar horas y horas de visionado, el gran activo de este oficio. Lo mismo que ha hecho ahora Netflix lo hizo también Disney+, que, al anunciar que la compañía volvía a beneficios, avisó de una subida de tarifas que acaba de aplicarse en España.

La estrategia de las plataformas ha demostrado el éxito del mecanismo que sustenta cualquier adicción: crear a bajo coste una necesidad que no existía para acabar pidiendo más y más dinero por un servicio donde la calidad se ve atropellada por la cantidad incesante de la producción y que se mira cada vez más en el espejo retrovisor de la televisión que antes era gratuita.