Podría meter aquí una referencia a Los Simpson o acribillarnos con emojis de risas, pero alguien me señaló esta semana, entre confesiones dolorosamente risueñas de la crisis de la mediana edad, frases lapidarias sobre literatura y unas buenas tazas de café, que todo eso es de gente mayor. Seguramente lo sea también esa idiosincrasia millennial de comunicarse solo a base de memes y, a lo sumo, una frase corta del tipo «sí, soy», o «same, girl».
En la montaña semanal de beefs, insultos, mansplaining, hipersexualización y venta desaforada —recién nacida incluida— que han dejado las redes sociales estos días, ha habido algo de esa compulsión millennial , que ha acabado siendo un caso agudo de airear los memes sucios en público. Pantomima Full, que hace unos días era capaz de hacer una de las críticas más mordaces al problema de la vivienda —que por mucho que se empeñen los políticos en darle vueltas se resume en la palabra especulación— han decidido esta vez usar el sarcasmo para la venganza. Hay algo de Ángel Martín en su Edu San Sebastián hablando de pozos sin fondo, sobre todo de dinero. Y sus pullas han tenido respuesta, también en redes, también sin nombres. Un «sí, soy» de poco más de un minuto en toda regla. «El dinero me lo estoy quedando», dicen unos ojos que miran fijamente a cámara.