Ser feliz entre canallas

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

HAITHAM IMAD | EFE

29 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días recordaba en un programa de televisión Iñaki Anasagasti —ese calvo como yo que se tapa el albero con un código de barras— que el sentimiento apocalíptico que nos invade ya nos ha invadido —como las riadas en Levante— en otras épocas desde que los españoles somos demócratas y modernos. Épocas de terrorismo, de golpismo y de corrupción. Y es verdad, yo me acuerdo.

Pero desde entonces han pasado los años, los hijos, los trabajos, las enfermedades, los días de vino y rosas. Porque la vida no espera. Ahora que estamos rodeados de canallas entre nuestros vecinos —el Joselito de la política que resultó ser un tiparraco, los veinteañeros cobardes que destrozan a un gorrión que pasa— o entre otros más lejanos —ejércitos criminales que masacran a un pueblo tras el que otros criminales se ocultan cobardemente; políticos obscenos, ofensivos e insultantes— uno se detiene un momento ante el trozo de la empanada de xoubas que de inmediato nos va a dar la felicidad y que terminamos engullendo con un buen trago de vino de los cañones del Sil. La felicidad culpable.

Yo creo que el ciudadano normal, como usted y como yo, debe defender su felicidad frente a los canallas a cara de perro. Debe abrirse camino firmemente entre las fotografías de las víctimas de la crueldad humana que preparan los ayuntamientos para reforzar nuestro sentimiento de culpa. Porque solo la amabilidad y el buen talante, el humor, la salud, la cultura y el deporte, la buena voluntad, acabarán con esta peste.