Primero hundieron el sector del automóvil (10 % del PIB), con el famoso «el diésel tiene los días contados» pronunciado hace ya miles de días por una ministra a la que, como premio, nombraron vicepresidenta, primero de España y ahora de la Unión Europea. El resultado ya lo saben: las ventas de automóviles con motor de combustión se han desplomado y las de los eléctricos no acaban de despegar, porque el mismo Gobierno que obliga circular por el centro de las ciudades en vehículos sin emisiones no es capaz de implantar una red de carga suficiente para abastecerlos de energía. Mientras China copa el negocio, en Europa ya han empezado los cierres de fábricas y los despidos masivos, y nosotros somos el segundo productor del continente y sexto del mundo: las barbas a remojar.
Después arrasaron con el mercado de la vivienda, aprobando una ley que protege al okupa y criminaliza al propietario. El primero puede dar una patada en la puerta y meterse en tu casa, que no lo echas ni con agua hirviendo. No solo eso, tienes que seguirle pagando la luz, el agua, la comunidad... mientras él vive a tu costa vendiendo los enseres y realquilando además las habitaciones que no utiliza. Dos años puede estar así —el CGPJ sitúa en el 23,2 meses el plazo medio para resolver los procedimientos de desalojo, entre los juzgados de primera instancia y las apelaciones en las audiencias provinciales—, y después, a por otro infeliz al que parasitar. La propiedad privada es papel mojado y la solución a la carestía de vivienda —¿quién alquila con estas condiciones?— es una empresa pública. ¿Y quién paga lo público? Pues eso.
Ahora han puesto el punto de mira en el turismo, la primera industria nacional. El viajero llega cansado, quiere que le den su habitación cuanto antes, pero le obligan a facilitar decenas de datos —hasta cuarenta tienen que rellenar los hoteles—, por lo que el proceso de registro se eterniza. Si nos negamos nos pueden caer hasta 30.000 euros de multa. Ya hay visitantes extranjeros que se han quejado (además de la incomodidad está el hecho de tener que dar información personal como el número de móvil o el correo electrónico), ¿qué harán la próxima vez que quieran disfrutar de unas vacaciones? Pues se irán Eslovenia o mejor, a China, porque... Spain is different.