Lo mejor de Alaska, su madre

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

Daniel González | EFE

21 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Habrá quien del documental Alaska revelada se haya quedado con su última operación estética, o con su cirujano plástico sentado a su lado cantando a McNamara, o con las confesiones íntimas de Olvido sobre su bisexualidad. Otros se habrán rendido a su elocuencia, a su vasta cultura, a a sus amores y desamores. La mayoría seguramente sentirán nostalgia de un tiempo en el que todo parecía posible, y en lo imposible que fue capaz de hacer esta mujer. La extrañeza que causaba entonces produce mucho pudor, como la mirada folklórica de quienes la veían un bicho raro, un ser que había llegado de un planeta lejano para abrirnos un universo inexplorado. Pero, qué quieren que les diga, a mí de Alaska lo que me ha dejado atónita es su madre, América. Un continente de sabiduría, un torrente de sensibilidad que, a sus 95 años, impresiona tanto, como hace décadas lo hizo su hija. Alaska se entiende gracias a su madre, cubana de nacimiento, que sigue hablándole a los fantasmas que la acompañan en su casa. Una mujer que heredó el poder de ver más allá, y que supo, por la güija, que tendría una hija el 13 de junio. América es un mundo nuevo. Ella fue quien acompañó a Alaska a comprar discos y ropa a Londres, quien la llevaba al cine a ver Emmanuelle, quien le enseñó de primera mano que era un dildo y la que cuando su hija le preguntó cómo era un hombre, le mostró una revista para que los viera: blancos, negros, mulatos, con más, con menos... El calor de América es muy poderoso, fue el que consiguió que Alaska rompiera el hielo.