Si usted cree que Pedro Sánchez ha hecho algo mal en los 80 meses que lleva al frente del Gobierno de España, sepa que es un facha, que no tiene ni idea y que forma parte de la coalición antiprogresista que frena la lluvia de millones para todos que el líder socialista tenía pensado obsequiarnos. Que llevemos dos años sin Presupuestos —pese a ser una obligación constitucional— es culpa del PP. Que nos hayan subido 81 impuestos en cinco años y que, aun así, no llegue el dinero para nada, es culpa suya, porque quiere que todo sea gratis y tiene que acostumbrarse a pagar según su renta. No basta con los impuestos, porque ahora le (me) cobrarán más por los medicamentos, por el uso de las autovías y por todo aquello que necesiten Sánchez y María Jesús Montero, su responsable de Hacienda, para atender los caprichos de Puigdemont, Junqueras Otegi o Andoni Ortúzar.
El balance del 2024 de Sánchez es fácil. Todo lo bueno es mérito de la mayoría progresista y todo lo malo, responsabilidad de las derechas que le bloquean en el Congreso.
Que el fiscal general vulnere los derechos de un ciudadano para «ganar el relato» está bien. Pagar a una asesora con dinero público para que pida fondos para la mujer del presidente, aún mejor. Aceptar verse con un fugado como Puigdemont tras retorcer la Constitución para colar la amnistía y el perdón a los delitos de malversación de caudales públicos es lo mejor que nos puede pasar, todo sea por la convivencia.
La burbuja de la Moncloa protege a Pedro Sánchez. La amenaza de la ultraderecha le basta para pegar una UTE de intereses circunstanciales con la que mantenerse en el Falcon, aunque no puede legislar nada. Yo creía que la democracia era otra cosa.