Fodechincho pero riquiña

Tamara Montero
Tamara Montero REDACCIÓN / LA VOZ

OPINIÓN

efem0565 | EFE

06 ene 2025 . Actualizado a las 12:38 h.

Me había prometido que esta Navidad no hablaría de nada que tuviese que ver con quien es capaz de usar a sus hijos para generar audiencia y desperdiciar litros que buena falta hacen en los bancos de leche materna para confeccionarse el dichoso vestido. Y entonces apareció Lalachús en pantalla. Fodechincho, pero riquiña.

Hacía años que el único adjetivo que se podía aplicar a la retransmisión de las campanadas era anodina. Los hombres bien abrigados, las mujeres pasando frío, la explicación tediosa de todos los años de que primero el carillón (tintintintin) y luego los cuartos (tintín, tintín) y después las campanadas (tan, tan, tan), los lugares comunes, las felicitaciones vacías y el champán. Este año, no. Nada de eso. Ha habido lenguas cooficiales, ha habido homenajes a quienes viven en los márgenes y trabajan en las sombras, empleos precarios sin los que la vida no sería posible. Ha habido un brindis sin una gota de alcohol y buenos deseos, de verdad, para que esta sociedad sea un poco más igualitaria. Y ha habido calcetines regalados por David Bisbal, y megáfonos, y saludos a quienes se pasan las horas en la Puerta del Sol esperando a que llegue la medianoche y también a los de la competencia. Ha habido auténtica química televisiva. Quizá solo era cuestión de hacer caso a lo que quiere la audiencia.