Érase una vez un país donde las personas de buena voluntad se ofrecían y dedicaban su tiempo y recursos en ayudar a los más desamparados en sus necesidades básicas. Todo ello lo hacían con el respaldo, control y buen hacer del banco de alimentos que gestiona los excedentes de comida de la UE. Pues bien, dirán ustedes «menuda bicoca, ¡qué lujazo!». Gente estupenda que trabaja gratis y pone al alcance todos sus recursos, locales, transporte, logística y demás para que muchas familias sin recursos puedan alimentarse y vivir. Fíjense que solo en Vigo, existen 152 asociaciones de voluntarios dedicados a ello.
Pues vamos a cargárnoslo. Bruselas propone cambiar el montante de los excedentes por unas «tarjetas monedero» gestionadas no se sabe muy bien por quién, pues nadie es responsable y, como Pilatos, todos se lavan las manos. Por culpa de las trabas que la Administración ha decidido fijar para conseguir dicha tarjeta, muchísima gente se ha quedado fuera de la posibilidad de optar a ella.
Ha quedado probado que este modelo no funciona en nuestra comunidad, incluso por la nefasta gestión, España ha tenido que devolver a Bruselas 50 millones de euros por haber rebasado el plazo de la implantación de dicho sistema. Ojo al dato, otros países de la UE se negaron y decidieron no acogerse a esta novedad y preservar el modelo anterior. ¿Por qué? Porque les pareció un auténtico despropósito.
Es paradójico que el objetivo de este plan es terminar con las colas del hambre y lo van a conseguir, pero no como pensamos todos, sino directamente terminando con las personas que antes formaban dichas colas y que ahora se quedan sin comida. Como diría Machado, un «país de pandereta». Por todo ello, las voluntarias queremos hacer constar nuestra rabia e indignación, pues llevamos muchos años atendiendo a los necesitados. Familias que contaron con nosotros y ahora no saben qué hacer ni cómo sobrevivir. Es así de duro y de terrible. ELIA FERNáNDEZ. En representación de VOLUNTARIAS DE LA CARIDAD DEL NIÑO JESÚS DE PRAGA. VIGO.
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