Narcosubmarino

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

Gustavo de la Paz | EUROPAPRESS

28 ene 2025 . Actualizado a las 12:00 h.

Acantilados, playas y restingas guardan rastro de grandes acontecimientos del teatro de nuestra historia. Hechos increíbles que inspiraron páginas de oro en la literatura universal. Grandezas y miserias. Aún susurran los vientos del pasado la presencia de los sumergibles de la Alemania nazi merodeando por este litoral para atrapar buques aliados. Manadas de lobos del almirante Dönitz apostados frente a los ojos del Vilán que mantenían contactos con tierra. Plácido Vidal, de la estirpe de grandes fotógrafos de Laxe, contaba desde su Mirador adornado con instantáneas sacadas por su padre a caballo entre los siglos XIX y XX, que tripulantes de los u-bootes germanos se introducían de incógnito en el cine local para intercambiar información con agentes secretos y recibir instrucciones. Fábula o realidad, la cuestión es que desde entonces no hubo noticias de este tipo de naves por el Finisterrae. Hasta la aparición días atrás del narcosubmarino en la ría de Camariñas.

Un ingenio flotante medio chapucero con el que descargaron cuatro toneladas de cocaína, kilo arriba kilo abajo. Un cargamento de polvo albo para estimular una buena temporada a media Europa. Un desembarco ejecutado por quien conoce muy bien el poco firme terreno de una playa de ensueño como la de Os Muíños. Una operación a gran escala desde la puerta de casa y con tractores con los neumáticos del revés para no enterrarse en la arena. Estos no cuentan estrellas una a una. Ni los alemanes más precisos harían una maniobra tan bien calculada. Y más si los cuerpos de seguridad siguen sin medios técnicos y personales para hacer frente a la avalancha blanca.