El litoral, tres historias y políticas varias

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

MARTINA MISER

14 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo tiempos en los que la Ley de Costas de Borrell, 1988, no había desplegado todas sus actuaciones. Los paseos marítimos, para sortear las limitaciones respecto a lo urbano de dicha ley, se fueron imponiendo en los ayuntamientos costeros. Paseos marítimos que, además de sus utilidades ciudadanas, aportaban posibilidades de recalificación de terrenos lindantes con el espacio marítimo terrestre, y por tanto oportunidades urbanísticas.

En aquellos años, y en tal moda, gobernaba la alcaldía de Noia Pastor Alonso, entonces del BNG (1987-1992), y como continuación del muelle del Marqués se aprobó un relleno hasta As Abruñeiras, como paseo marítimo y zona de expansión. El paseo y un cambio en las normas subsidiarias de 1990 permitieron dotar de edificabilidad a una extensa franja urbana anteriormente afectada. Y ahí sigue, construida.

En estas historias del litoral recuerdo una planta de rodaballo que aún pervive, financiada con tres millones de euros, en una concesión del muelle de Tragove, Cambados, años 2007 y 2008, sin que nunca lograran ponerla en actividad, ni la Administración recuperara dichos fondos. En el mismo muelle de Tragove donde la misma Demarcación de Costas cuestionó posteriormente las instalaciones de depuración de bivalvos y otras de servicios que, sin embargo, nunca se cuestionan en los cinco puertos de interés estatal. Por más que la Xunta haya aprovechado una reforma de la Lei do Solo, ley de Acompañamiento por medio —un clásico—, para aumentar las concesiones en Portos de Galicia hasta los 75 años; o se explicite ya una reivindicación empresarial, con las nuevas competencias de litoral, de «disponer de espacio suficiente en la costa para poder crecer». Un sinsentido posible ahora que se cancela la Agenda Verde y al que se ha sumado, luego de la dana, el conocido presidente Mazón en el Mediterráneo.

Por último, sé del derribo del conocido bar Boia en el arenal de Cadaqués, donde solo queda ya su esqueleto, denegada la prórroga de la concesión por Costas a pesar de ser el Boia un «bien cultural de interés local». Y uno no puede sino recordar prórrogas de concesiones por otros 65 años en otros litorales.

Si les hablo del Boia también es porque Milena Busquets nos alertó de su cierre: «Es imposible que cierre el Boia, es como que cierre el Florián de Venecia o el Deux Magots de París; son lugares históricos, no pueden cerrar, son los custodios de la memoria y de la vida de muchas personas». Y leyéndola me vinieron a la cabeza La Terraza de Sada, La Solana cuando tocaba el mar, el Náutico de San Vicente, o los inviernos de Noia con los motoveleros al abrigo en A Barquiña. Para Milena Busquets el cierre del bar Boia, y los que vendrán, quiere decir «que tal vez un día la normativa exija cerrar el mar también, demasiado salado, demasiado grande, demasiado descontrolado».

Para evitarlo bueno sería tener una normativa para hacer excepciones, esta sí, cuando la memoria de los lugares y de la gente peligra.