Rearmes

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

Benoit Tessier | REUTERS

08 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes creía que la insistencia de los estadounidenses —especialmente de Trump durante su primer mandato y ahora de nuevo— en que Europa aumente su inversión en defensa respondía a los intereses de su industria armamentística y a la desgana para seguir financiando nuestra seguridad. Llegué a dar por supuesto incluso que los movimientos de Obama para desestabilizar Ucrania se encaminaban a eso. De hecho, la revuelta del 2014 y la respuesta rusa al golpe de Estado levantaron la decaída facturación de la industria armamentística. Y no solo en Estados Unidos. Quizá esas razones influyeron e influyen, pero no parecen las principales.

Europa ha decidido rearmarse y, aunque va en contra de mis sentimientos más profundos, hace bien. La potencia industrial que nos queda ya no parece suficiente —si lo fue alguna vez— para evitar que cualquiera con capacidad demográfica y militar nos aplaste. China nos gana en esos y en muchos otros aspectos. A diferencia de Occidente, prioriza la fuerza sobre la influencia: el llamado softpower que EE. UU. está erosionando con Trump, según dicen algunos. Para este año ha presupuestado un incremento en defensa similar al del año pasado: 7,2 por ciento.

Europa necesita un ejército potente y bien organizado que tenga capacidad disuasoria. Y eso obliga a muchos rearmes. No basta con comprar máquinas de guerra. Alguien tiene que manejarlas. Sin un rearme demográfico nada se conseguirá. Pero este solo es posible con un rearme moral: valores comunes, identidad y cultura compartida. Un modo de percibirnos que ha alimentado nuestro progreso durante siglos y nos ha dotado de unas cotas de libertad inimaginables en otras sociedades. En la milenaria China, por ejemplo.