Signos externos de riqueza

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

aet

19 mar 2025 . Actualizado a las 11:07 h.

Ando buscando signos externos de riqueza desde que Hacienda anunció que va a por ellos. Sabiendo, eso sí, que los muy puñeteros son esquivos y que hay riquezas que muestra signos y otras que se camuflan entre la clase media y van por la vida como si fueran normales, haciendo las cosas de la gente normal, al menos cuando la gente normal los ve. En épocas menos exhibicionistas había un tipo de acomodado a quien mostrarse próspero le parecía un disparate. Porque era un discreto o un miserable. En familia se contaba el cuento de un pariente bien pertrechado de cuartos que para mantener intacta su fortuna dormía en los bancos de las estaciones cuando viajaba, incapaz de soportar cualquier merma en sus caudales. A las niñas que escuchábamos no nos asombraba tanto semejante manifestación de cutrerío, sino el hecho de que para combatir el frío y la intemperie se forrase el torso con periódicos, lo que le daba a las noticias una importancia adicional enorme que el tiempo no ha hecho más que confirmar.

Que Hacienda convierta en oficial la búsqueda de signos externos de riqueza es, francamente, una tranquilidad. Porque de alguna manera quiere decir que haberlos haylos. O sea, que esas marcas que nos llevan pasando por delante de la nariz tantos años puede que sean reales y no una fabulación de malpensantes. En estos años, antes de que Hacienda se animase, hemos visto políticos con nóminas públicas y tantos signos externos como para sepultarnos en casas, coches, viajes, ropas y billetes, porque entiendo que a esto se refiere el fisco con los signos. A otros, los signos al parecer les venían de la mujer, o de la madre, o de clínicas privadas en las que era imposible pagar con una tarjeta de crédito, qué clásicos ellos. No me digan que en algunos los signos son como la letra escarlata.