
Los tiempos en los que el fútbol tenía la categoría especial de acontecimiento de interés general quedan lejos en la historia de la televisión. Aquella época en la que algún partido de cada jornada, no precisamente el mejor, se ofrecía en directo y en abierto como golosina para los aficionados que no querían o no podían pagar el elevado coste de una suscripción. Las retransmisiones de este deporte se han convertido en un artículo de lujo guardado bajo siete llaves y que apuesta por cobrar cuotas astronómicas a unos pocos antes que recaudar algo menos de cada espectador potencial. Con precios más bajos, probablemente serían una multitud.
El fútbol solo abre el telón a los canales en abierto en partidos puntuales y competiciones internacionales. En esta pugna, La 1 está ganando la partida de las últimas temporadas con un desembolso diseñado para prevalecer sobre la competencia y recoger los réditos de las audiencias masivas. Después de sacar la final de la Champions de la caja fuerte de los canales de pago para ofrecerla gratis, la cadena pública sigue apostando fuerte por los grandes torneos. El pasado verano, la Eurocopa le brindó a TVE una remontada histórica que dentro de cuatro años espera repetir. Y en el próximo Mundial 2026 replicará su estrategia. Donde muchos ven un gasto superfluo el ente público ve una inversión.