Esplendor en la hierba

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

11 abr 2025 . Actualizado a las 09:32 h.

Antes de que se inventaran las cortadoras de césped, la hierba se segaba a mano con guadañas, tijeras o con la ayuda del ganado. Hablo de mucho tiempo atrás, tanto que ni siquiera los furancheiros centenarios Juaniña y José habían nacido. Fue en 1830 cuando Edward Beard Budding, un carpintero de Gloucestershire (Inglaterra), creó la primera máquina cortadora de cilindro (carrete), con una cuchilla fija delante del rodillo trasero y cuchillas giratorias accionadas por ruedas. Desde entonces la tecnología fue avanzando, a lo largo del XIX aparecieron modelos con transmisión por cadena o engranajes, y pasado el ecuador del siglo se patentó el primer cortacésped impulsado por vapor; quemaba gasolina o parafina y tardaba horas en calentarse hasta alcanzar la presión de funcionamiento.

En el XX se popularizaron los cortadores con motor eléctrico, con conexión por cable —bastante engorroso, pues obligaba a disponer de un alargador y tener cuidado de no pasarle por encima— o alimentados por combustible —ruidosos y contaminantes—. Pero seguía siendo un trabajo tedioso, ya que había que empujarlos, y en muchas casas todavía se utilizaban cortadores manuales de rodillo. Los tractores aliviaron algo esta tarea, pero no evitan tener que pasarse horas recorriendo la finca (aunque sea sentados) y en caso de desniveles importantes pueden ser peligrosos. Además, la hierba cortada se almacena en grandes depósitos que hay que vaciar una vez terminado.

Por fin, en el siglo XXI se impusieron los robots y tener el césped como un campo de golf dejó de ser un suplicio. Lo más normal hasta ahora es que la zona de corte esté delimitada por cables, que el robot detecta y evita traspasar, pero este sistema exige una instalación profesional. Los más modernos prescinden de ella y con un avanzado sensor LiDAR y navegación por satélite en tiempo real pueden incluso recoger ramas y hojas (la hierba queda pulverizada y se la lleva el viento). Algunos exigen plantar un poste GPS en mitad del jardín, pero la compañía china Dreame ha lanzado una serie de robot cortacésped —Dreame A2 y A1— que mapea el solo cualquier terreno, detecta y supera obstáculos (objetos, mascotas, humanos...), y desde el móvil podemos variar la altura de corte, obtener mapas 3D de nuestra finca y manejarlo como un coche teledirigido.