El peligroso conformismo del crecimiento económico español

Santiago Calvo
Santiago Calvo DOCTOR EN ECONOMÍA. PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE LAS HESPÉRIDES

OPINIÓN

CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

24 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El reciente optimismo del FMI, que ha revisado al alza el crecimiento económico de España hasta un 2,5 %, podría inducirnos a pensar que navegamos viento en popa. Nada más lejos de la realidad. A menudo, las cifras macroeconómicas esconden realidades mucho menos halagüeñas, y este parece ser precisamente el caso español.

La clave está en un indicador demasiado olvidado en los discursos oficiales: el PIB per cápita. Mientras la economía española se jacta de sus cifras generales, la realidad es que el crecimiento acumulado del PIB per cápita hasta 2030 apenas alcanzará el 5,1 %. Es decir, ni siquiera un 1 % anual. Este modesto incremento sitúa a España en la cola de Europa, junto a economías estancadas como Alemania, Francia e Italia, y muy por debajo del promedio europeo.

Además, este «dinamismo» aparente se sustenta, en buena parte, en un efecto puramente matemático conocido como carry over. En términos sencillos, este fenómeno ocurre cuando un buen cierre del año anterior infla artificialmente el crecimiento previsto para el siguiente. Es como celebrar haber llegado a la cima del Everest cuando en realidad solo se ha partido desde el último campamento base. De hecho, solo por este efecto arrastre, España sumará 1,2 puntos porcentuales al crecimiento proyectado en el 2025.

Pero, ¿qué significa esto realmente para el ciudadano medio? Poco o nada. La productividad sigue rezagada, y aunque el empleo crezca, este se concentra en sectores de bajo valor añadido. España sigue atrapada en un círculo vicioso: mucho empleo, pero precario y mal pagado, insuficiente para elevar realmente la calidad de vida de la mayoría. Según las proyecciones del propio FMI, el desempleo estructural seguirá instalado alrededor del 11 %, muy por encima del promedio europeo.

Más allá de los números positivos a corto plazo, España se enfrenta a una profunda crisis de eficiencia estatal y una asfixiante burocracia que limita severamente las inversiones empresariales. Estas barreras estructurales impiden transformar un crecimiento coyuntural en desarrollo económico real y de largo plazo.

Este modelo de crecimiento, basado en la llegada de inmigrantes para ocupar empleos precarios y de baja remuneración, es claramente insostenible en el tiempo. Si España no prioriza de inmediato reformas en educación, innovación e infraestructuras, por no hablar del sistema de pensiones, seguirá atrapada en una espiral que imposibilita mejoras sustanciales en la calidad de vida.

La solución no es solo buscar el crecimiento económico, sino perseguir un crecimiento inteligente, sostenible y centrado en mejorar las condiciones de vida de todos sus ciudadanos. España necesita urgentemente cambiar su enfoque hacia sectores de alto valor añadido y generar empleo de calidad. De lo contrario, seguirá acumulando cifras sin bienestar real, una paradoja económica difícilmente justificable. Este es el verdadero peligro del conformismo de nuestros dirigentes en materia económica.