
Los creadores y protagonistas de La familia de la tele encaran su nueva etapa en TVE experimentando en su propia piel que trabajar en la televisión pública no es lo mismo que hacerlo en Telecinco. Por muchas razones. Una de ellas apunta a que ese gran escaparate que es emitir al amparo de La 1 lleva aparejadas sus servidumbres cada vez que el ente público debe ejercer su mandamiento de primero, informar.
En dos semanas consecutivas, por acontecimientos como la muerte del papa Francisco y el gran apagón eléctrico en España, su primera función ha tenido que ser cancelada. Este esqueje de Sálvame que sueña con crecer y multiplicarse en su nueva tribuna ha tenido que rendirse de nuevo a la evidencia de tener que posponer su llegada en un país que, durante unas horas, viajó atrás en el tiempo, forzado a la desconexión digital, a informarse con transistores a pilas y a disfrutar del cielo estrellado en la ciudad a oscuras.
Es probable que, una vez recuperada la energía, si esto hubiera sucedido durante su época en Telecinco todo habría sido distinto. Sus protagonistas podrían haber esquivado las noticias o haberlas incorporado, con su estilo propio, a ese sainete diario de personajes. En la cadena de Mediaset incluso en las noches electorales es posible sustituir información por telerrealidad en nombre del entretenimiento y los índices de audiencia.