La Galicia que viene

M.ª Carmen González Castro
M.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

María Pedreda

08 may 2025 . Actualizado a las 11:38 h.

Resulta gratamente asombroso el llamamiento que ha hecho Navantia a las firmas auxiliares, instándolas a reforzar las plantillas porque la carga de trabajo que viene es abrumadora y «todo el que quiera va a tener trabajo». Es gratamente asombroso porque es solo una muestra de las oportunidades que Galicia, que demasiadas veces ha llegado tarde a demasiadas cosas, tiene por delante.

Galicia llegó tarde a la industrialización que sí aprovecharon Cataluña y el País Vasco, mientras aquí la agricultura de subsistencia dominaba la economía; la lejanía de los centros de poder la mantuvo apartada de las apuestas estratégicas; la emigración sangró su población y su talento, aunque también fue una fuente de ingresos para muchas familias. Y llegó tarde a las conexiones por carretera y tren con el resto del país. En medio de ese panorama también hubo excepciones, como el sector naval (tras superar la dura reconversión), con Navantia convertida en firma puntera. También lo fue la conserva, el automóvil y, ya últimamente, la moda. Industrias que demostraron que desde esta esquina del mapa se pueden construir gigantes que generen riqueza, especialmente en forma de empleo, que es la mejor manera de repartir las ganancias en un territorio.

Ahora las perspectivas son mejores. Por fin casi tenemos unas conexiones físicas de primer mundo para dar salida a nuestros productos. Además de que en el mundo actual cobran importancia otras conexiones, las tecnológicas, que han derribado muchas fronteras y han eliminado la desventaja que antes suponía una determinada ubicación geográfica. Con este entorno, es crucial no perder el tren de la nueva revolución económica.

Y parece que Galicia va por el buen camino. En los últimos dos años se han anunciado una veintena de proyectos —muchos relacionados con la producción de energías verdes— que podrían colocarnos en una posición privilegiada. Ahora toca convertir esos anuncios en realidad. Los gobiernos central y autonómico deben empezar a hablar el mismo lenguaje y pelear para generar las condiciones adecuadas (terreno, energía, normativa, etcétera). Hay que asegurar que esas apuestas van a crear puestos de trabajo de calidad, que los proyectos respetan el entorno y que tienen vocación de largo plazo.

Solo así dejaremos de asombrarnos cuando, como ahora, Navantia proclame que «todo el que quiera va a tener trabajo».