Defender a los que nos defienden

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlasca con José Antonio Rodríguez González
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlasca con José Antonio Rodríguez González Mariscal | EFE

02 jun 2025 . Actualizado a las 09:30 h.

La filosofía de Immanuel Kant tenía como centro gravitacional el deber. La acción moral giraba en torno al deber. Hoy, cuando hablamos del deber, mucha gente nos da la espalda. Importan más los derechos. Y así hemos llegado a una sociedad en la que todos tenemos derechos, por fortuna, y sin embargo no todos asumen sus deberes.

Una excepción en ese bucle son las fuerzas del orden y seguridad del Estado. Estos días se habla mucho de uno de los cuerpos fundamentales en la historia de España: la Guardia Civil. Se habla, desde ese arcano que denominan «las cloacas», para mal. Hemos escuchado audios que producen sonrojo. Pero nadie ha dimitido. Ni siquiera ha dado la cara con contundencia el ministro del Interior, que debía ser el más preocupado por el desdoro que algunos quieren sembrar en la Guardia Civil. Ha dicho, con boca pequeña, que defiende su neutralidad, poco más. El resto del trabajo se lo deja a los jueces. Otros ministros, desde Bolaños a María Jesús Montero, no han dejado claras sus filias con la Benemérita. Ni mucho menos. A poco que revisemos lo que han declarado concluiremos, con pesar, que han dejado caer sombras de sospecha sobre la Unidad Central Operativa, que viene a ser quien se ocupa de las investigaciones nacionales o internacionales de especial transcendencia (desde el crimen organizado a la ciberdelincuencia). Como epítome, tenemos un Gobierno que no siente afecto supremo por los guardias civiles. No es extraña mi conclusión. Sobre todo si reparamos en los socios de Sánchez. Por un lado, el catalán, están los que edificaron la algarada y el ataque al estado de derecho más grave de los últimos años. No le daban flores a la Guardia Civil, sino que les tiraban piedras. Por otro lado, el vasco. El PNV, ya saben, es el partido de la frase imborrable: unos agitan el árbol y otros recogen las nueces. De Bildu sobra cualquier comentario y su relación con la Guardia Civil. Solo pensarlo me produce escalofríos. Una pena. Y, también, una miseria.

El título de esta columna quería ser otro (Defender a la Guardia Civil), pero lo he dejado así: defender a los que nos defienden. No quiero personalizar porque quizá otros cuerpos, desde la policía a los ejércitos, pudiesen sentirse subestimados. Todos están a favor de la ciudadanía. Los vemos mañana, tarde y noche velando por la seguridad. Y velando por la democracia, mucho más que otros que alardean de demócratas y ofrecen a diario lecciones éticas de escaso fuste. En estos días el buen nombre de la Guardia Civil, y de la UCO en concreto, está siendo vilipendiado. Es una humillación más de las muchas que hemos sufrido, como nación, en los últimos años. La Guardia Civil no lo merece. Cumplen con su deber, que según Kant era el fundamento de toda acción moral. Me gustaría decir lo mismo, orgullosamente, de nuestro Gobierno. Pero no puedo. Creo que no defienden, y ojalá me equivoque, a los que nos defienden.