
Los fontaneros están cabreados y con razón. Según la RAE, fontanero es un operario que encaña, distribuye y conduce el agua para diversos usos. En la práctica todos sabemos lo que es un fontanero, porque hemos solicitado sus servicios para que solucionen una gotera, un escape de agua, el arreglo de una cisterna que no funciona, etcétera. El fontanero llega con su maletín de herramientas y, usando su formación como profesional, soluciona el problema, y claro, pasa la correspondiente factura, que todos tememos.
Llamarles fontaneros a las personas que no son tales no es reciente, pero estos días ha surgido con fuerza debido a los comportamientos de ciertos personajes que tratan de desprestigiar, de inventarse pruebas falsas para inculpar de cualquier acción en la que no se ha tenido nada que ver y otras tropelías semejantes. Eso es lo que ha indignado a los profesionales de la fontanería. Los llamados fontaneros, que trabajan en las cloacas de la política, podían llamarse revolvedores de lixo, creadores de intrigas, alimentadores de bulos o de infamias, etcétera. No tienen nada que ver con los fontaneros profesionales. Seguro que los fontaneros impostores no saben usar las herramientas de la profesión, ni tienen la más mínima idea de hidráulica, ciencia que sustenta el movimiento de fluidos.
También están enfadados los periodistas, porque uno de esos personajes (fontanera del PSOE) se dice periodista, para bochorno de los periodistas de verdad.