Anécdota, mejor nada que decir

María Pereira López
María Pereira López MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

OPINIÓN

Jesús Hellín | EUROPAPRESS

20 jun 2025 . Actualizado a las 09:26 h.

Mientras el país se debate entre los que creen que Pedro Sánchez lo sabía y los que creen que no, al presidente no se le ocurre otra idea que distinguir entre la anécdota y la categoría.

Nadie en su sano juicio puede creer que un grupo de militantes que ocupaban los más altos puestos de organización del partido se haya convertido en un instrumento mafioso sin que el partido se haya dado cuenta. Quizá haya podido ocurrir porque los encargados de ocuparse de estas cosas eran los mismos que debían vigilar que no sucedieran, o quizá porque en esta ola de polarización, donde todo lo negativo lo vemos en el otro, se hace más difícil mirar hacia dentro para revisar que se está actuando correctamente.

Y por eso, mientras Feijoo anuncia que el PSOE está en fase de extinción, y él dispuesto a esperar pacientemente a que se extinga, a los socialistas no les queda otra que afrontar esta fase del conflicto pidiendo perdón a la ciudadanía y asumiendo que la única excusa que pueden esgrimir para no irse a sus casas es el miedo a la extrema derecha.

No sé a quién se le ha ocurrido la frase sobre la anécdota y la categoría, no sé si es una ocurrencia del presidente o una frase programada para generar impacto en los ciudadanos. De lo que sí estoy segura es que es uno de los más graves desaciertos semánticos que ha tenido Sánchez en este tiempo. Y no porque no comparta el fondo del contenido, es decir, porque no crea yo que en el Partido Socialista como en el Partido Popular, por cierto, son mayoría los políticos honestos y minoría los corruptos; pero no estamos analizando esto, lo que estamos viendo en estos días es que la cúpula del partido del Gobierno estaba poblada de gente deshonesta.

La sociedad no está indignada solo por la presunta corrupción, lo está, fundamentalmente, por la prepotencia soez y escandalosa de los supuestos guardianes de la moral.

Todo se resume en qué sabía Pedro. ¿Sabía que se estaba pidiendo dinero a las empresas? ¿Sabía que una parte de ese dinero se lo quedaban quienes lo pedían? ¿Sabía cómo lo utilizaban? Y respondidas estas tres preguntas, todavía queda algo por descubrir: ¿tenía el presidente alguna conexión con estas prácticas?

El problema con estas tres preguntas es que hay que estar seguro de cómo se demuestra la respuesta a cada una de ellas. No basta con decir yo creo o yo estoy seguro de que sí, hay que demostrar que sí. El informe de la UCO y lo que vamos conociendo empiezan a mostrar algo más que indicios respecto de que las tres cosas sucedieron; lo que hay que demostrar también de forma cierta y tangible es la conexión del presidente con ellas, ahí radica el núcleo de la cuestión. Se puede defender lo que se puede defender, y lo que no, no, pero nunca tratarlo de anécdota. Y como Feijoo no sabe quedarse atrás, se refiere a la corrupción orgánica de un partido como brote o episodio agudo. Mejor nada que decir.