El riñón no mata, pero ayuda a morir

Eduardo Vázquez Martul MÉDICO

OPINIÓN

Sandra Alonso

20 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El cambio de ciclo en la historia de los pueblos significa crisis. Con la caída de Roma, la estabilidad del imperio con su cultura fue sustituida por nuevas costumbres que crearon confusión. Lo que estamos observando por el mundo parece algo semejante. La política, envenenada por su peor veneno, la corrupción ocupa páginas y telediarios. Pero nos olvidamos de problemas, graves problemas, que afectan a toda la población, tanto de derechas como de izquierdas, como es la salud. He leído una noticia que los profesionales de la medicina ya conocíamos: la OMS reconoce por primera vez la enfermedad renal crónica como prioridad global de salud pública.

La insuficiencia renal crónica aparece por múltiples causas y su prevalencia en la población alcanza a un 10 %. Está comprobado que los pacientes con IRC (insuficiencia renal crónica) tienen 10 veces más posibilidades de muerte que la población normal. Los avances terapéuticos aminoran el impacto negativo, pero solo tiene cura con el trasplante renal. Se puede curar, pero el coste terapéutico es muy alto, y más todavía lo es la suplantación artificial de la función renal por medio de la diálisis.

Hay grandes líneas de investigación para bloquear la fibrosis del órgano, que es el marcador común cuando se analiza histopatológicamente, porque la característica de cualquier enfermedad crónica es la sustitución de los elementos funcionales por la fibrosis potenciada por la inflamación. Grandes líneas de investigación estudian cómo bloquearla, pero con poco éxito. Seguro que quien lo consiga será merecedor de un premio Nobel.

Pero existe un factor añadido que retroalimenta esta fatídica evolución: la senilidad y la repercusión en otro órgano vital como es el corazón. La principal causa de muerte es precisamente la enfermedad cardíaca. En los estudios de autopsia de fallecidos en IRC, el daño vascular arterial es un constante hallazgo debido a una intensa arterioesclerosis, que por supuesto es general y afecta al árbol coronario. El depósito de calcio y placas de ateroma en las arterias es más intenso y rápido en pacientes con IRC, además de ser irreversible y reacio al tratamiento. También hay otro órgano vital, el cerebro, que está afectado por el efecto de la uremia en el sistema central cerebral, con un deterioro cognoscitivo —demencia senil— debido a múltiples factores, como la patología vascular, el efecto inflamatorio y la misma uremia.

IRC, arterioesclerosis, afectación cardíaca, demencia y senilidad. Un circulo vicioso que va a ser prevalente en nuestra comunidad y en la Europa del bienestar. La buena política, y los programas de investigación, deberían estar volcados en limitar este círculo infernal antes que Galicia y otras partes del país queden desiertas o dementes. Es el momento para que la investigación de las universidades se ponga a trabajar, en vez de discutir quién debe impartir docencia, que no tiene por qué ser catedrático, sino un buen profesional que le guste, tenga tiempo suficiente y motivación para enseñar.