De orquestas y verbenas

Ramón Pernas
ramón pernas NORDÉS

OPINIÓN

AYUNTAMIENTO DE LEGANÉS | EUROPAPRESS

05 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Como las bicicletas de la obra teatral de Fernán Gómez, las verbenas son para el verano. Suena la música en el campo de la fiesta, en el atrio de la iglesia, en la plaza. Es la sintonía rural, la bachata colectiva, el reguetón popular, los clásicos acordes de un pasodoble que se pierde entre el eco anochecido.

Cada mes de julio escribo sobre las partituras virtuales de la verbena gallega, suenan las orquestas en las 3.771 parroquias de los 313 concellos que contratan al centenar largo de formaciones musicales que este verano se muestran alicaídas, por pasar las comisiones festeras las efemérides locales a los sábados y domingos.

En las campas aldeanas, en la Galicia interior y rural ya no se festeja al santo del día, desplazando la fiesta al fin de semana. Una docena de grupos encabezados por la Panorama y París de Noia, a las que acompañan Los Satélites, El Combo Dominicano, la orquesta Olimpus, Cinema, los Players, la Oca, la orquesta América y otra media docena que copan las contrataciones, movilizan a sus múltiples seguidores en un efecto fan club popular, y presentan sus ofertas musicales arropadas desde un macroescenario con números acrobáticos y fuegos artificiales amen de otros ejercicios pirotécnicos. Lo de menos parece ser la música, que se diluyó rompiendo la tradición musical gallega que consolidaron las formaciones señeras como los desaparecidos Trovadores, la orquesta Compostela, o la Gran Parada, sin olvidarnos de Variedades o la Sintonía de Vigo. Auténticas big bands que introdujeron en Galicia los ritmos tropicales, la cumbia y la salsa, a la vuelta de los Satélites de Venezuela.

Fue la gran época de la música popular en nuestra tierra. Los cantantes, antes llamados vocalistas o animadores, fueron auténticas estrellas locales admirados y queridos por todo el país. Hoy los cantantes, la mayoría sudamericanos, son anónimos y actúan acompañados de un trío de bailarinas corales que repiten idénticas coreografías saltando y corriendo frenéticamente por el escenario. Es la verbena gallega que sube y baja, un sello de identidad que recorre nuestro verano de punta a punta, que pone la banda sonora de la fiesta, que enaltece nuestra memoria como pueblo.

Es la buena noticia del trimestre que comienza y que se anuncia en los cielos de julio y agosto con el estallido de bombas de palenque, ratificando de forma solemne que las verbenas, como las bicicletas, son para el verano. Ya suena la música.