
Ya hay sentencia sobre la supuesta defraudación de dos de los actores más queridos: Ana Duato e Imanol Arias. Otra vez, el argumento de la defensa ha sido la ignorancia del famoso sobre complejas cuestiones fiscales.
Es una historia conocida y vivida mil veces. «Yo solo jugaba al fútbol. Firmaba los contratos porque confiaba en mi papá y en los abogados que nos llevaban las cosas», decía Messi. «Yo pagué todo en el 2014. No entiendo mucho de esto; tengo hasta sexto año de escolaridad y lo único que sé es jugar bien al fútbol. Y si mis asesores me dicen ‘Cris no hay problema', pues les creo», alegaba Cristiano Ronaldo. «Si Deloitte dice que están bien las cuentas, no voy a leerlas», afirmó el empresario Arturo Fernández.
Pero en ninguno de estos casos, estas vehementes afirmaciones sirvieron para evitar que los jueces les terminaran condenando por delito fiscal. Ello es así por la llamada teoría de la «ignorancia deliberada», concepto que viene del derecho anglosajón (willful blindness o ceguera de voluntad), que considera que quien puede y debe conocer que se está defraudando, no puede quedar impune si cierra voluntariamente los ojos ante circunstancias sospechosas. Esta teoría tiene aristas porque es cierto que los impuestos son farragosos y a menudo complejos, y que por eso se confían estas cuestiones administrativas a un asesor fiscal; lo cual, unido a la presunción de inocencia y al hecho de que en Derecho Penal se debe probar la voluntad de defraudar, hace que las cosas no estén tan claras, pese a esta teoría jurisprudencial.
La lógica dice que se antoja poco probable que un asesor fiscal contratado se ponga a montar por su cuenta estructuras patrimoniales artificiosas, en muchos casos abiertamente fraudulentas, sin tan siquiera advertir a su cliente de lo que está haciendo. La conclusión es que cada caso reúne características diferentes y no se puede generalizar. Por ello, los jueces, caso a caso, decidirán entre la absolución y la condena, valorando si el contribuyente sabía o no. Ahora, dos situaciones, aparentemente parecidas, la de la Ana Duato y la de Imanol Arias, se ha llegado a dos conclusiones diferentes debido a las estrategias adoptadas por los dos encausados. En el caso de ella, pese a que el fiscal del caso explicó que la señora Duato debía saber que algo estaba pasando desde el momento que, tras cambiar de asesor, redujo su tributación a menos de la mitad, el juez valoró que no había pruebas de que estuviera defraudando conscientemente, porque no era una empresaria, sino una actriz que no tenía conocimientos fiscales, y que, además, había declarado sus ingresos, aunque acogiéndose a un beneficio fiscal indebido.
En el caso de Arias, el actor, para evitar el riesgo de una condena penal e ingreso en la cárcel, llegó a un acuerdo con la Fiscalía y confesó su culpabilidad, por lo que el juez no pudo sino condenar, aunque concediéndole los beneficios de reparación del daño y colaboración con la justicia, por lo que evitará la cárcel.
A quien sí que se ha condenado, y ejemplarmente, es al asesor fiscal que diseño las estructuras defraudatorias. 80 años de cárcel, de los cuales cumplirá como mucho, poco más de una década, ya que al haber concurso de delitos, se limitan los años en prisión.
Esta condena es coherente con la exoneración por desconocimiento de la señora Duato ya que, si se parte de que el cliente no sabía nada, la autoría intelectual y material del entramado fraudulento solo obedece al asesor. A partir de ahora, los asesores se guardarán de tomar iniciativas defraudatorias a espaldas de sus clientes, si es que algún día lo hicieron. Estas condenas por colaboración necesaria en la defraudación de clientes podrían chocar con el sentido común ya que ¿cómo puede el asesor ser colaborador necesario, si el autor, el cliente es absuelto?
Es una victoria amarga para ambos actores. Han pasado por un proceso que ha durado años y les ha supuesto un desgaste grande ante la opinión pública. A pesar de haber evitado la cárcel, o la condena penal (en el caso de ella), sí que han tenido que pagar, ya que la responsabilidad en vía administrativa y civil, es independiente de la culpa penal. Tendremos que esperar a que se publique la sentencia para saber los detalles, que explicarán por qué en unos casos se termina con condena, como en los casos Messi, Shakira, Cristiano Ronaldo o Imanol Arias, y en otros se absuelve, como con Ana Duato o con la infanta Cristina, porque se cree en su inocencia. Con todo, imagino que es casi imposible, al oír a Duato declarar, no ver en ella al personaje Cuéntame Mercedes Alcántara, epítome de mujer juiciosa, madre abnegada y esposa ejemplar por lo que, a su señoría le habría costado no creer en la declaración de Mercedes Alcántara ¡Quién no creería en su inocencia!