Torre Pacheco da mucho miedo

OPINIÓN

Bienvenido Velasco | EFE

19 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Estábamos en un cumpleaños infantil; entre bolas de colores y gusanitos. En Galicia. Aquí. Hablábamos de niños. Del colegio. Y de repente, ella, una madre, lo dijo: «Estoy indignada con la profesora de mi hija, porque en su clase hay una rumana —era una niña rumana, pero ella, deliberadamente, le robó el sustantivo— que no tiene lápices ni nada. Y va la profesora y le dice a los niños que compartan los suyos con ella. Yo ya le dije a la mía que, dijese lo que dijese la profesora, no compartiese nada, que ya bastantes ayudas les da el Gobierno. Si no tiene material, que se lo compren». Se hizo silencio. Y quizás por eso, porque los que callan otorgan, la mujer se vino arriba y sí, lo escupió en voz alta: «¡Qué coño, yo no quiero que mi hija se siente con una rumana!». Ahí ya nadie calló. Comenzó una madre valiente. Seguimos el resto. A la progenitora le quedó claro que lo que nos empezaba a dar repelús a todas es que nuestros hijos e hijas se sentasen con la suya, que dicho sea de paso no tiene culpa de nada. Frenó en seco. La mujer no volvió a ninguna fiesta y, si lo hizo, aprendió a no vomitar sapos. Ocurrió hace una década. Da pavor pensar qué pasaría si dijese lo mismo ahora. Cómo hemos cambiado. Somos la rabia y el hartazgo que nos han obligado a sentir. Reza para todos: para los descerebrados que se erigen en salvadores de España y linchan inmigrantes y para los que nos hemos ido anestesiando. No puede ser. A las cámaras de gas nazis no se llegó en dos días. Que lo injusto no nos sea indiferente. El odio se sabe cómo empieza. Jamás cómo acaba. Torre Pacheco y sus disturbios no son una causa. Son una consecuencia. Torre Pacheco es lo que viene. Y da mucho miedo.