Credibilidad evanescente

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Isaac Buj | EUROPAPRESS

04 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo recuerdo como si fuese hoy: convincente, firme, gallardo. Ya pasaron más de siete años desde aquella moción de censura que marcaría el devenir de España, el desdoro de la izquierda, el menoscabo de la democracia y, finalmente, la paulatina deconstrucción del Estado. Hubo quien criticó al actual presidente del Gobierno desde antes que llegase a presidente. Pero hubo también quien lo miraba con buenos ojos: era convincente, firme, gallardo. Su palabra todavía valía algo, aunque muchos socialistas renegaron de las primarias que condujeron a Sánchez a la cúspide del PSOE. Entonces repartía urnas de votación por las sedes socialistas un tal Koldo García. Y el que sería su mentor, su jefe y su aliado, José Luis Ábalos, se encargaba de pulir a los militantes para que Sánchez fuese elegido secretario general. Así fue.

Más tarde el mismo Ábalos defendió desde la tribuna del Congreso, con pasión política, la moción de censura citada. Todos pertenecían al partido más feminista de la historia. El feminismo estaba escrito en el ADN socialista, decían. Cierto. Estaba tan escrito que su relación con el feminismo llevó a aplazar las medidas contra la epidemia del covid: había que visibilizar, con tesón, el 8 de marzo. Después conocimos mensajes en los que se trataba a las mujeres como mercancía. Cosas de Koldo y Jose, dirán.

Lo cierto es que la credibilidad de Sánchez era un valor ponderado. Incluso los que nunca creímos en él, apreciábamos sus dotes escénicas: convincente, firme, gallardo. Ganó las elecciones del 2019 y entonces muchos vislumbraron el porvenir de España. La amnistía innombrable comenzó a ser posible. Los responsables del mayor caso de corrupción en Europa (los Eres andaluces) fueron exonerados de culpa por el Tribunal Constitucional. Y esta sala tan relevante se convirtió en Corte de apelación del Tribunal Supremo, que se llama Supremo porque es la instancia judicial superior, la más alta.

La credibilidad de Pedro Sánchez ya estaba por los suelos. Pero lo mejor estaba todavía por venir. Sus dos manos derechas, los secretarios de Organización del Partido Socialista Obrero Español, se vieron envueltos en la peor mugre: la corrupción más grosera y zafia. Uno está en la cárcel. El otro parece que tarde o temprano seguirá el mismo camino.

Sánchez adelgazó unos kilos pero se repuso rápidamente. Y regresó al terreno que más le agrada: el contraataque. Volvía a ser el de siempre. Por eso hizo balance de su gestión como si fuese verdad todo lo que decía. Pero no lo era. Porque el poder adquisitivo de la gente se ha esfumado (como su credibilidad). Porque la vivienda cada día es más inalcanzable (imagino que después de siete años de Sánchez la culpa es de Feijoo). Porque los que quieren derruir el Estado son sus aliados (mejor, sus cómplices).

Y esta es la historia de cómo un político convincente, firme, gallardo, se ha convertido en un embuste. Qué importa que diga que presenta o no presenta presupuestos. Su credibilidad es ninguna.