
Óscar Puente es un político lenguaraz. La verdad es que políticos amigos de sacar la lengua a pasear hay muchos, pero sin duda este es el alumno más aventajado de esta escuela en la que nadie es capaz de guardar silencio, por mucho que las circunstancias lo aconsejen.
Con los incendios quemando los montes españoles, Feijoo publicó un tuit en el que aseguraba haberse puesto en contacto con Mañueco para conocer la evolución de los fuegos en Castilla y León. Raudo y veloz, mucho más raudo y veloz de lo que está actuando para arreglar los problemas ferroviarios en España, Puente respondió: «¿Te ha contado qué tal el tiempo en Cádiz? En CyL está la cosa calentita». Sin duda, un tuit de muy mal gusto que fue atacado en tromba no solo por el líder del PP, sino por todo el Partido Popular. Feijoo le acusó de hacer chanzas con el sufrimiento de muchos españoles afectados por la tragedia de los incendios. Y Puente ha seguido respondiendo atacando a los políticos de la formación conservadora.
Los políticos nunca se han caracterizado por su serenidad de juicio a la hora de valorar una situación en la que entran en juego sus adversarios. No resulta nada edificante comprobar cómo instrumentalizan las desgracias para atacar a los contrincantes, en lugar de arrimar el hombro y convertirse en una unidad de acción, en este caso contra los incendios.
Pero el caso de Óscar Puente es sin duda un punto y aparte. Va a la guerra aunque no haya enemigo y utiliza un lenguaje hiriente y agresivo que no hace más que polarizar la sociedad. Dicen que Pedro Sánchez le dio su confianza precisamente a cambio de que se convirtiera en un ariete contra la oposición. Y los hechos dan la razón a quienes sostienen esta teoría. Puente dedica mucho más tiempo a buscarle las cosquillas a la derecha que a hacer funcionar este país en las tareas que le competen. Calificar la situación de Castilla y León de calentita es de un mal gusto superlativo. Y lo peor es que ni se plantea pedir perdón por lo que podría considerarse un exceso verbal desafortunado. Anteayer, lejos de pedir disculpas, Puente se reiteró en sus acusaciones contra Mañueco y el PP y sostuvo que lo que él dijo sobre los incendios no era ni una broma ni ninguna frivolidad.
Antes, Feijoo pidió su destitución: «Si un ministro de mi Gobierno bromeara con el sufrimiento de un pueblo asediado por las llamas, sería cesado de manera inmediata». Quizá el cese sea una hipérbole más de los políticos, pero lo cierto es que en este caso la acumulación de polémicas por parte del ministro nos habla de un individuo nocivo para que la crispación no se instale definitivamente en nuestra sociedad.
Aquí lo que hacen falta son buenos gestores, con valores democráticos y amigos del diálogo sosegado. Y no pirómanos de la palabra, que a lo único que juegan es a enfangar el terreno y a humillar al rival, al que no respetan por mucho que también represente a millones de españoles.