Con los incendios en Galicia y Castilla y León el Gobierno está aplicando la misma medicina prescrita por el doctor Sánchez durante la dana de Valencia: como son dos regiones gobernadas por el Partido Popular, vamos a ponernos de perfil, aplicar los servicios mínimos y dejar que se asen a fuego lento, que con suerte sus respectivos presidentes saldrán políticamente chamuscados. Y «si quieren ayuda, que la pidan». No es descartable que en las próximas horas el jefe del Ejecutivo haga una comparecencia televisada en su habitual tono compungido, aunque se cuidará mucho de repetir la infausta sentencia, que quedará para siempre en su hoja de servicios a la nación.
Pedro Sánchez llegó al palacio residencial de La Mareta (Lanzarote) el pasado 2 de agosto y ni siquiera los incendios forestales más graves de la historia de España en décadas han sido suficientes para que interrumpa sus vacaciones. Se limita a tuitear mensajes de contrición y banalidades solidarias —«La amenaza sigue siendo extrema. Gracias a los héroes que siguen enfrentándose al fuego para protegernos a todos»— e incluso se permite asegurar que «todos los medios del Gobierno trabajan para afrontar la difícil situación que vive nuestro país». ¿Se refiere al ministro de Transportes dando una rueda de prensa en guayabera?
El líder del PSOE está muy ocupado acogiendo en su dacha canaria al presidente de Cataluña, Salvador Illa, y al ideólogo socialista José Luis Rodríguez Zapatero, el amigo de dictaduras como la de Venezuela. Pero no tiene tiempo para acercarse a la tierra quemada para apoyar a los vecinos que han visto cómo el fuego arrasaba el monte, sus animales y sus viviendas. O a los bomberos, brigadistas —algunos de 18 años, como el que se recupera en el Chuac de A Coruña—, militares y voluntarios que se están dejando la piel e incluso la vida para apagar las llamas. ¿Acaso teme tener que escapar corriendo, como le ocurrió durante su visita a Paiporta?
Desde Moncloa, Ferraz y afines al régimen insisten en que las competencias sobre la extinción de incendios recaen en las comunidades autónomas. Ya hemos visto antes esa dejación de funciones, esa actitud de pasarle la patata caliente a otras administraciones. Concretamente, durante la pandemia. Por mucha descentralización que haya, cuando en un país se produce una catástrofe el presidente y todos los miembros de su Gobierno tienen que ponerse al frente, dejar las batallas partidistas y tomar las riendas. Asumir su responsabilidad: miles de vehículos atrapados en las autovías, caos en las estaciones ferroviarias, fuegos sin control... ¿Qué más hace falta para que abandonen su siesta de agosto y se pongan a trabajar?