¿Es Von der Leyen la presidenta que necesita Europa en tiempos de guerra?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto EL QUID

OPINIÓN

OLIVIER MATTHYS | EFE

19 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Me gusta Ursula Von der Leyen. La presidenta de la UE tiene un carácter y una imagen conciliadora, una especie de sentidiño que pone un punto de tranquilidad en las relaciones internacionales y en el complicado escenario de la geopolítica actual, con tres potencias —Estados Unidos, China y Rusia— intentando repartirse el mundo sin vergüenza y pasando (y pisando) por encima del resto. Para la historia de la ignominia queda aquella cumbre en Ankara en el 2021 en la que fue ninguneada, cuando el presidente turco y el del Consejo Europeo ocuparon el centro de la sala mientras a ella la relegaban a un sofá apartado, como si fuera una apestada. Luego reconocería que se sintió «humillada y sola, como mujer y europea», pero mantuvo el tipo para no provocar una crisis diplomática.

Sin embargo, Von der Leyen no es una embajadora o emisaria cualquiera, sino la líder de la tercera potencia económica del mundo y de la mayor Unión de países «libres» —democracias— del planeta. Por eso mismo, uno esperaría que tenga algo que decir cuando se está decidiendo algo tan importante para nuestro continente como es el futuro de Ucrania, e incluso que muestre la capacidad y el arrojo de dar un puñetazo en la mesa.

Trump no es un político, sino un empresario-tahúr dispuesto a vender a cualquiera con tal de conseguir sus objetivos y luego pregonarlo y presumir de haber ganado la partida. Europa cedió en su pretensión de que los países de la OTAN elevaran el gasto en defensa un 5 %, y aceptó introducir un arancel del 15 % a las exportaciones de los 27 a EE.UU. Es el momento de exigir una contrapartida. Si se permite que Rusia mantenga el territorio invadido (fundamentalmente el Donbás, Crimea ya se puede dar por perdida) como parte de un dudoso acuerdo de paz, Putin no parará. Tarde o temprano volverá a ocupar otras provincias ucranianas, o pondrá en su punto de mira las antiguas repúblicas soviéticas del Báltico (Estonia, Letonia y Lituania), e incluso Finlandia o Polonia, en su delirio por resucitar la antigua URSS. «El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y tendrá también la guerra», dijo Churchill. Europa teme la guerra, pero parece no darse cuenta de que la guerra ya ha empezado.