En el patio de colegio

Cristina Sánchez-Andrade
Cristina Sánchez-Andrade ALGUIEN BAJO LOS PÁRPADOS

OPINIÓN

XINHUA / Shen Hong | EFE

06 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En el patio del colegio, un corrillo. Cuatro niños llevan la voz cantante. Por un lado está China, que, aunque es gordo y feo, con labios de corazón, es el chaval con la casa más grande del barrio y el que siempre presume de juguetes caros y nuevos. A su lado, Rusia —astuto, mentiroso—, que siempre trae algo escondido en la manga. También está India, el típico compañero que haría cualquier cosa por agradar y caer bien. Por último, pegando empujones a diestro y siniestro, gritando para hacerse oír, muy bronceado tras el verano, está EE.UU.: el bully del que todos se quieren librar.

El curso anterior fue largo y todos terminaron cansados de las rabietas infantiles y amenazas de EE.UU. Por ejemplo, si India quería ser amigo de Rusia, EE.UU. lo esperaba a la salida de clase para amenazarle: «Si vuelves a jugar con él, ¡te crujo!», le decía, mientras India, nervioso, escondía los caramelos que Rusia le había regalado. Sobre todo, están cansados de sus mensajitos en redes sociales, sus represalias y sus chulerías.

Hoy es el cumpleaños de China y, aunque muchos niños del cole serán invitados, planean reunirse sin decirle nada a EE.UU. «A las siete en la esquina», susurra China dirigiéndose a India y a Rusia, que asienten mientras hacen como que no escuchan. India incluso sonríe con cierta timidez, recordando las broncas que tuvo con China mientras intercambiaba cromos, pero convencido de que, esta vez, mejor estar de su lado.

Pero como EE.UU. no es tonto (o sí, a veces les parece que sí lo es), se acerca con los brazos en jarras y pregunta qué están tramando:

—¡Eh, panda de pringados! ¿Qué os creéis, que podéis reuniros sin mí? Me seguiréis besando el culo como lo habéis hecho siempre.

China, con una sonrisita de suficiencia, responde sin levantar la voz:

—No es nada, solo una fiesta pequeña. No te dijimos nada porque seguro que no te interesa.

Rusia estalla en una carcajada y enseña, apenas un segundo, la bolsa de chuches escondidas en su chaqueta. India traga saliva, intentando parecer neutral, aunque ya tiene marcada la dirección de la casa en su cuaderno.

Mientras tanto, EE.UU., rojo de ira, empieza a patear el suelo:

—¡Una fiesta pequeña! ¡Esto no quedará así!

Pero los tres ya se han ido, dejando atrás al matón que, aunque presume de fuerza, intuye lo más temido: a veces, en los patios de colegio, ocurren cosas inesperadas.